Un pueblo en medio de la nada. Nuestro paso de hoy ha estado vivo, muy vivo. El tramo entre Tardajos y Hornillos de 10 kilómetros lo hemos cubierto en apenas dos horas. Esta mañana caminamos sobre los versos que escribiera la prolífica pluma de don Antonio Machado. Una llanura que no acaba nunca, este es el verdadero camino del peregrino, aquí entramos definitivamente en contacto con la tierra. Con la tierra real, la trabajada, la cultivada, pero también la Tierra mítica, la personificación de la Gran Madre, de la Pachamama. Encontramos a Ceres en medio de los trigales, y en su honor, brindamos con cerveza en cada alto del camino, y al final de la etapa diaria. Alcanzar Hornillos ha sido una modesta hazaña personal. Campo y a través. Ni ciudades, ni coches, y pocos peregrinos.
Pasada la Capital, la arquitectura popular en piedra aparece nuevamente, pero sin abandonar el “entramado”. Hornillos del Camino, típico pueblo-calle, y Hontanas, son ejemplo. Muros de tosca mampostería, sillarejo o incluso, sillería casi perfecta sin llaguear. En puertas y ventanas dinteles limpiamente labrados, y también entradas en arco de medio punto. En estos pueblos no son raros los pisos superiores construidos en entramado y sobresaliendo del perfil del primero.
José. A Ortiz.
Arquitectura popular en el Camino de Santiago.
Revista Peregrino Nº46.
Un pequeño pueblo de dimensiones modestas, con unas pocas docenas de vecinos. Ejemplo singular de pueblo-camino con una única calle, la Calle Real, que es la estela del Camino. Contó con varios hospitales para peregrinos, de los que aún se conserva el de Sancti Spíritus al principio de la villa.
Iglesia parroquial de San Román. Templo de estilo gótico de planta de salón construido en el siglo XVI.
El milano es el señor de estos campos inmensos donde se alternan el marrón, el amarillo y ciertos tonos de verde muy tímido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario