domingo, 21 de abril de 2024

NAZARIO SAURO, UN MÁRTIR DEL IRREDENTISMO ITALIANO.

 


La patria es la tierra regada con la sangre de sus héroes. Mártires unos, involuntarias víctimas otros. Durante la Primavera de los Pueblos, liberalismo y nacionalismo llenaron de grandes ideas los corazones y las mentes de hombres y mujeres de toda Europa. La era de los grandes imperios tocaba a su fin y las jóvenes y entusiastas naciones estaban preparadas para recoger el testigo. La lucha que se desencadenó entre naciones e imperios fue brutal. Uno de los campos de batalla más activos fue la Península Italiana.



En 1871 Italia es ya un estado unificado, pero se considera incompleta, aún quedan territorios irredentos que la nación italiana reclama como suyos, por razones lingüísticas, culturales o históricas. En este contexto surgen trágicas figuras patriotas como Cesare Battisti, Guglielmo Oberdán, Damiano Chiesa, Fabio Filzi, Francesco Rismondo o nuestro protagonista, Nazario Sauro, al que conocí una mañana de verano, de calor sofocante, mientras paseaba por Venecia.




Nazario Sauro, militar, marino y patriota italiano, nacido en Capodistria (actualmente Koper en Eslovenia) una ciudad que había formado parte de la República de Venecia hasta su disolución a finales del siglo XVIII, y que en aquellos momentos formaba parte del Imperio Austro-Húngaro, aunque su población era mayoritariamente italiana. Nazario era un hombre de mar y con 20 años ya era capitán de un pequeño barco, al parecer fue su madre la que le inculcó el patriotismo italiano. Desde joven comandó varios vapores de pasajeros y de carga y durante sus navegaciones por aguas del mar Adriático comenzó a entrar en contacto con otros irredentistas, al tiempo que iba estudiando y tomando nota de cada rincón de la costa.


Entre 1908 y 1913, de acuerdo con el principio mazziniano de la libertad e independencia de los pueblos, colaboró activamente con los albaneses que luchaban por conseguir su independencia del Imperio Otomano y establecer plenamente su estado-nación. Terenzio Tocci, político italoalbanés dijo: “Un nombre, el de Sauro, que los verdaderos albaneses nunca deben olvidar”.


Con la entrada de Italia en la Gran Guerra en 1915, Sauro se enroló voluntariamente en la Marina militar italiana. En agosto de 1916 el submarino Giacinto Pullino, del que Sauro era subteniente, fue enviado a una misión bélica al área de Trieste. La nave encalló y toda la tripulación fue hecha prisionera por la marina de Austria.


Condenado y ejecutado por las autoridades austriacas por alta traición, fue ahorcado en le prisión militar de Pula. Fue enterrado en secreto por los austriacos y en enero de 1919, concluida la Gran Guerra, su cuerpo fue recuperado por miembros de la marina italiana. Enterrado solemnemente en el cementerio de la Marina de San Policarpo en Pula. El rey Víctor Manuel III entregó a la madre de Nazario, la medalla de oro por el valor militar.

Un entusiasta Felipe Sassone, escritor peruano afincando en Madrid, dedicó un artículo al patriota italiano en El Fígaro. 8 de Noviembre de 1918 (Segunda Época), de la que extraemos las siguientes palabras: “Yo quiero acordarme de otro héroe, entre tantos, de un soldado bisoño, joven y sencillo; de un pobre marinero, falto de cultura y pleno de valor, que si en el entendimiento no puede parangonarse a Battisti, fue su hermano en el martirio, su hermano en el martirio, su hermano por la tenacidad de su empresa, por la serenidad de su porfía, por lo animoso de su corazón patriota. Se llamaba Nazario Sauro . . .”.





Terminada la Segunda Guerra Mundial Pula pasó a Yugoslavia y el gobierno italiano repatrió su cuerpo. El 9 de marzo del año 1947 los restos de Nazario Sauro llegaba a Venecia y era sepultado, con todos los honores, en el templo votivo de Santa María Inmaculada, ubicado en el Lido.


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