Museo numantino de Soria. |
El guerrero celtíbero, acompañado de toda su panoplia de armas, se colocaba en una enorme pira de madera, a la que luego se le prendía fuego. Las cenizas y los restos se depositaban en una urna de cerámica que posteriormente se enterraba bajo tierra.
Junto a la urna, que guarda las cenizas, se deposita el ajuar en la tumba, compuesto de utensilios, adornos y armas. Las armas suelen aparecer dobladas e inutilizadas para evitar la separación del hombre y sus objetos personales. La tumba podía estar señalizada en el exterior por una estela de piedra o un túmulo.
Distinta suerte corrían los guerreros caídos en combate, cuyos cuerpos quedaban expuestos en determinados lugares a merced de aves carroñeras. Los buitres, considerados psicopompos, intermediarios entre dioses y hombres, al descarnar el cuerpo yacente, trasportaban el espíritu del celtíbero directamente a la morada celestial de los dioses.
"Los celtíberos consideran un honor morir en el combate y un crimen quemar el cadáver del guerrero así muerto; pues creen que su alma remonta a los dioses del cielo al devorar el cuerpo yacente el buitre"
Silo Itálico (3, 340-343)
Según Eliano (10,22) refiriéndose a los vacceos: ". . . dan sepultura en el fuego a los que mueren de enfermedad . . . mas a los que pierden la vida en la guerra. . . los arrojan a los buitres, que estiman como animales sagrados".
Podemos hacer una comparación con los antiguos germanos, que también tenían un paraíso para los guerreros más valientes, el famoso Walhalla. En este caso, el buitre cumple idéntica función que la Valkyrya.
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