INTRODUCCIÓN: ¿QUÉ ES EL ANTIGUO RÉGIMEN?
Llamamos Antiguo Régimen al conjunto de elementos políticos, sociales, económicos y culturales que caracterizaron Europa durante la Edad Moderna. Este Antiguo Régimen estaba basado en:
Monarquía Absoluta con un rey a la cabeza que concentraba todos los poderes. Su poder era de origen divino y únicamente Dios podía juzgar sus actos.
Sociedad Estamental, heredera de la Sociedad Feudal medieval, se dividía en estamentos privilegiados (nobleza y clero) y no privilegiados (campesinos, burgueses y clases populares)
Una economía de base agraria organizada según los principios del mercantilismo (proteccionismo del estado)
Principio de autoridad, en virtud del cual el conocimiento se sometía a la autoridad de los maestros antiguos. Una afirmación en un texto antiguo se consideraba válida sin necesidad de demostración ni experimentación.
1. LA SOCIEDAD ESTAMENTAL.
El modelo social predominante durante la Edad Moderna en Europa es la Sociedad Estamental que tiene su origen en la sociedad feudal de la Edad Media, y que aparece organizada en tres estamentos (o grupos sociales); la nobelza, el clero y el estado llano.
Esta sociedad estamental se articula a partir de dos características fundamentales: el inmovilismo vertical y la desigualdad jurídica.
- Inmovilismo vertical. Un representante del pueblo llano no podía ascender y convertirse en noble, ni un párroco de pueblo tenía la posibilidad de llegar a obispo.
- Desigualdad jurídica. No todas las personas son iguales ante la ley (existen leyes para los privilegiados y leyes diferentes para los no privilegiados). Los estamentos tenían diferentes consideraciones legales.
En la práctica la sociedad estamental aparece dividida en dos grupos:
PRIVILEGIADOS |
NO PRIVILEGIADOS |
Nobleza y Clero. |
Campesinos, burgueses |
Terratenientes. |
Siervos, jornaleros y pequeños propietarios. |
No producen, no trabajan. |
Forman la base productiva de la sociedad. |
No pagan impuestos. |
En ellos recae todo el peso de la hacienda. |
Reciben rentas (alquileres). |
Pagan rentas, y además el diezmo. |
Son señores. |
Están sometidos al régimen señorial. |
Tienen poder político. |
No pueden participar en política. |
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1.1. JUSTIFICACIÓN DE LA SOCIEDAD ESTAMENTAL.
Desde Adalberón de Laón y Gerardo de Cambrai en la Edad Media, muchos intelectuales (más o menos vinculados al poder) han justificado la existencia de privilegiados y de no privilegiados, legitimando una sociedad tremendamente desigual.
“Es necesario que haya orden en todas las cosas (…), es imprescindible que unos ordenen y otros obedezcan. Los que mandan tienen varios niveles: los soberanos señores dirigen a todos los de su Estado, dirigiendo su dominio de los grandes, los grandes a los mediocres, los mediocres a los pequeños y los pequeños al pueblo (…). Unos están dedicados al servicio de Dios; los otros a conservar el Estado por medio de las armas, otros a alimentarlo y a mantenerlo mediante los ejercicios de la paz. Esas son nuestras tres órdenes de Francia”.
Charles Loyseau, Tratado de órdenes y simples dignidades, 1610.
1.2. LAS TRANSFORMACIONES DENTRO DE LA SOCIEDAD.
Las sociedades no son estáticas, están en continua evolución, de tal forma que una cosa es la teoría, y otra (muy diferente) la realidad. Aunque el modelo teórico establece tres grupos, estos no son homogéneos y cada uno de ellos presenta notables diferencias entre sus miembros.
A. Nobleza. La nobleza era un grupo muy heterogéneo donde se incluye la Alta Nobleza, poderosos terratenientes que ostentaban grandes títulos (Marqueses, Duques, Condes), que suelen estar muy cerca del rey y una Baja Nobleza, compuesta por Barones, Caballeros e Hidalgos, que en ocasiones vivían al límite de la pobreza económica (recuérdese al ingenioso hidalgo Alonso Quijano).
B. Clero. La situación en el seno del clero era más variada, pues es necesario diferenciar entre el alto clero y el bajo clero, y entre clero regular (órdenes religiosas) y el clero secular. El Alto Clero lo componían Papa, Obispos, Cardenales, Abades y Priores, y el bajo clero por curas, monjes, frailes y monjas.
C. Pueblo llano, o Tercer Estado. Los miembros del Estado Llano incluyen al pueblo propiamente dicho, los no privilegiados. Para estudiar este estamento debemos diferenciar entre el ámbito rural y el ámbito urbano.
Ámbito Rural: en el siglo XVIII la mayor parte de la población europea vive en el campo y se dedica a las actividades del sector primario. Dentro del campesinado europeo podemos distinguir diferentes situaciones:
Siervos. Sometidos a un régimen señorial. En un régimen señorial, el señor (puede ser noble o clérigo) es propietario de una gran extensión de tierra y tiene bajo su dominio a un enorme número de siervos. En el señorío el señor es la ley.
Jornalero. El jornalero es un campesino que trabaja a cambio de un jornal, su trabajo dependerá de la cosecha, estación del año, situación económica.
Pequeños propietarios. Se trata de campesinos que son propietarios de un pequeño terreno, suelen tener más prosperidad que siervos y jornaleros, y en algunos casos pueden amasar pequeñas fortunas.
Ámbito Urbano: El ámbito urbano se refiere a la ciudad. En las ciudades también encontramos situaciones diferentes en sus habitantes, mendigos, sirvientes, pequeños artesanos y la burguesía.
La burguesía es un grupo social que surge durante la Edad Media, que se dedicaba a la artesanía y al comercio. Gracias a estas dos actividades la burguesía se convierte en el grupo dominante en las ciudades y el que posee la riqueza económica.
Durante el siglo XVIII la burguesía controla el poder económico, pero seguía siendo un grupo no privilegiado, y por tanto no tenía acceso al poder político. A lo largo del siglo XVII y el siglo XIX los burgueses van a protagonizar una serie de revoluciones con el objetivo de alcanzar el poder político.
Los burgueses se oponen a la Sociedad Estamental (a la que ven como un freno para su desarrollo) y reclama participación en la toma de decisiones. Este es el motivo del estallido de las revoluciones liberales (políticas o burguesas).
1.3. LA POBLACIÓN EUROPEA EN EL SIGLO XVIII.
A lo largo del siglo XVIII (y en especial durante la segunda mitad) la población europea experimentó un rápido crecimiento demográfico, pasando aproximadamente de 115 a 190 millones de habitantes (un aumento del 65%). Este cambio de tendencia fue debido al descenso de la mortalidad a causa de la menor virulencia de las epidemias, la mejora de la dieta y la menor incidencia de la guerra sobre la población civil.
No obstante, este crecimiento de la población no fue uniforme. Mientras en Reino Unido, Prusia y Rusia el crecimiento fue muy alto, en Francia, España y la península Ibérica fue más modesto. En otras áreas, como las Provincias Unidas, se produjo un estancamiento.
Durante esta centuria el 90% de la población seguía viviendo en el campo, aunque la población urbana aumentó mucho su tamaño. Las principales ciudades europeas eran Londres (que alcanzó la cifra de 800.000 habitantes) y París (con 600.000), las dos metrópolis más destacadas de Europa Occidental. Otras urbes importantes eran Moscú, Nápoles, Viena, Madrid, Lisboa, Milán y Roma, que contaban con poblaciones entre 100.000 y 500.000 habitantes.
En el siglo XVIII se produjeron grandes oleadas migratorias. El flujo de emigrantes europeos hacia los imperios coloniales fue constante. Además de América y Asia, nuevos territorios comenzaron a incorporarse a este flujo, como Australia que comenzó a poblarse a finales del siglo XVIII con presos de las cárceles británicas. El tráfico de esclavos se intensificó y supuso el desplazamiento forzado de millones de africanos hacia el continente americano.
2.- UN MUNDO BÁSICAMENTE RURAL. LA ECONOMÍA DEL ANTIGUO RÉGIMEN.
La principal característica de la economía del Antiguo Régimen era el predominio de las actividades del sector primario, en especial la agricultura y la ganadería, y el crecimiento paulatino y constante del comercio y de la industria.
Todo el entramado económico se encontraba sometido a las directrices que marcaba el mercantilismo, basado en la acumulación de los metales precioso y el proteccionismo por parte del estado de toda la producción.
La aldea era la célula básica de la organización socioeconómica (como venía sucediendo desde la Edad Media), núcleo esencial de residencia de las familias campesinas y el eje a partir del cual se ordena la vida cotidiana de hombres y mujeres, desde la faena en el campo o la distribución de los cultivos (rotaciones, uso de los pastos . . . ) hasta la regulación de toda la vida familiar y comunitaria.
2.1.- HEGEMONÍA DEL SECTOR PRIMARIO.
En el siglo XVIII la mayor parte de la población europea se dedicaba a la agricultura, aproximadamente 80% del total. Una agricultura de subsistencia muy dependiente del clima. La mayor parte de las tierras se dedicaban al cereal, aunque también tienen cierta importancia la vid y el olivo (en especial por parte de los monasterios).
La propiedad de la tierra estaba en manos de los privilegiados. Esta propiedad se ejercía en virtud de dos instituciones: mayorazgo y manos muertas.
La propiedad de la tierra estaba vinculada, puesto que no se podía comprar, ni vender, ni dividir, y estaba concentrada en manos de la nobleza e iglesia. Para que la familia siga manteniendo su nivel de riqueza se establece el mayorazgo (hereda únicamente el hijo mayor). La consecuencia es que la economía es estática, no avanza, y su desarrollo se ralentiza.
Las manos muertas eran parte de las tierras del clero, que tampoco se podían vender y que en muchas ocasiones no eran explotadas.
2.1.1. RÉGIMEN SEÑORIAL
Aquellos campesinoes que no poseían tierras (la inmensa mayoría) estaban sometidos al régimen señorial (una rémora de la Europa Feudal), es decir, eran siervos de un señor, que actuaban sobre ellos como un auténico monarca absoluto. El señor les permitía trabajar una parte de sus tierras para su sustento, a cambio, los campesinos tenían la obligación de trabajar gratuitamente las tierras del señor ciertos días de la semana y pagarle una renta.
Además estos campesinos debían pagar muchos otros impuestos, a la Iglesia (diezmo) y a la Monarquía. Esta situación generaba gran descontendo entre la población campesina, que avanzaba en paralelo al descontento de la burguesía.
2.1.2. TRANSFORMACIONES EN EL CAMPO.
A partir del siglo XVII se fueron introduciendo en el campo una serie de novedades como la rotación trienal, la mejora técnica de los útiles de labranza y la siembra de nuevos cultivos como el maíz, el tomate, la patata y la remolacha.
En Inglaterra se inició un proceso de privatización y cerramientos de tierras, denominado enclosure, que favoreció que los propietarios buscasen mayor rentabilidad introduciendo nuevas técnicas e intensificando los cultivos.
Por otro lado, en las colonias europeas tanto de América como de las Indias Orientales, se extendió el sistema de plantaciones dedicadas al monocultivo de productos como el algodón, tabaco, cacao o azúcar, de los que obtenían abundantes cosechas destinadas a su exportación a Europa.
2.2.- ARTESANÍA Y MANUFACTURA.
Si nos referimos a la artesanía y a la actividad manufacturera, tenemos que señalar el predominio casi absoluto de la organización gremial que ejercía un auténtico monopolió sobre la producción.
En ese sentido, la actividad productiva fue impulsada princialmente por los monarcas, ya que quienes concentraban el capital, nobleza y clero, preferían seguir invirtiéndolo en la tierra. Tampoco la burguesía podía invertir con facilidad su dinero en la artesanía que, como hemos señalado, estaba controlada por los gremios, que además dificultaban las innovaciones.
Con la idea de renovar el sector secundario, la monarquía diseñó las Reales Fábricas, aunque estas instalaciones eran más bien grandes talleres artesanales que propiamente industrias. Las Reales Fábricas estaban centradas en la producción de armas o de artículos de lujo para el consumo de las élites y no se empleaba la maquinaria que caracteriza a la industria moderna.
2.2.1.- DOMESTIC SYSTEM.
Los burgueses ingleses y holandeses idearon un nuevo método para escapar del férreo control que los gremios ejercían sobre la producción, el Domestic System. En las zonas rurales, y coincidiendo con las épocas de menos actividad agraria, los campesinos compensaban su miseria elaborando productos textiles en talleres familiares, en los que con pocos medios técnicos, participaban la mayor parte de los miembros del hogar, proporcionando unos ingresos suplementarios a la familia. Las materias primas eran proporcionadas por los grandes comerciantes, que controlaban toda la producción y que destinaban fundamentalmente al comercio de ultramar.
2.3.- COMERCIO EN EL SIGLO XVIII.
Para describir el comercio durante el siglo XVIII debemos hacer una clara diferenciación entre comercio exterior y comercio interior.
Gracias al desarrollo de los intercambios entre América y Europa el comercio exterior había crecido mucho. Las monarquías concedían el monopolio de todo el comercio en una determinada región a una compañía comercial; así la Compañía de las Indias Orientanles británica disfrutaba del derecho de explotación de la ruta entre Gran Bretaña y Asia. Este negocio aportaba grande beneficios tanto al propietario de la compañía como al propio monarca.
Por el contrario, el comercio interior tenía problemas que impedían su total desarrollo; el control de los gremios, la pervivencia de pesos y medidas diferentes en cada región y la pervivencia de aduanas interior. Todo esto complicaba mucho el intercambio de productos entre las regiones de un mismo país.
2.4.- MERCANTILISMO.
El Mercantilismo es el sistema económico vinculado al Absolutismo Monárquico de los siglos XVII y XVIII. Los pilares son la acumulación de oro y el proteccionismo de la producción interior. Íntimamente relacionado con la monarquía absoluta existe un sistema económico llamado mercantilismo. El mercantilismo consiste en acumular metales preciosos (oro y plata) y vender más de lo que se compra. Para llevar a cao este mercantilismo, los monarcas absolutos desarrollan una política que protege los productos nacionales y gravan con impuestos los productos extranjeros. Jean Colbert, ministro de Hacienda de Luis XIV es uno de los principales impulsores de esta doctrina económica.
“Existe una única cantidad de dinero que circula por toda Europa [de tal modo que] no se puede aumentar el dinero en el reino sin arrebatar al tiempo la misma cantidad a los Estados vecinos.
Es necesario aumentar el dinero en el comercio público, obteniéndolo de los países de donde proviene, conservándolo en el interior del reino, impidiendo que salga y ofreciendo medios a los hombres para que saquen de él un provecho […]. Solo el comercio, y todo lo que de él depende, puede producir este gran efecto”.
Jean Baptiste Colbert, Memorias, 1693. Ministro de Luis XIV.
3.- LAS FORMAS DE GOBIERNO.
En el siglo XVII la Monarquía Absoluta se ha impuesto en la Europa continental, mientras que en Inglaterra se está virando hacia la implantación de una Monarquía Parlamentaria. Este absolutismo monárquico pervivió practicamente todo el siglo XVIII y en algunos estados europeos sobrevivió hasta bien entrado el siglo XIX.
3.1.- MONARQUÍA ABSOLUTA.
La Monarquía Absoluta nace en Francia, su principal teórico es Bossuet. El poder del monarca procede directamente de Dios, y solo ante Dios debe rendir cuentas. El rey acumula todos los poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), el ejército y la administración. Estereotipo de monarca absoluto Luis XIV de Francia, el Rey Sol, al que se le atribuye la frase “El Estado Soy Yo”.
“Es solo en mi persona donde reside el poder soberano, cuyo carácter propio es el espíritu de consejo, de justicia y de razón; es a mí a quien deben mis cortesanos su existencia y su autoridad; la plenitud de su autoridad que ellos no ejercen más que en mi nombre reside siempre en mí y no puede volverse nunca contra mí; solo a mí pertenece el poder legislativo sin dependencia y sin división; es por mi autoridad que los oficiales de mi corte proceden no a la formación, sino al registro, a la publicación y a la ejecución de la ley; el orden pública emana de mí, y los derechos y los intereses de la nación, de los que se suele hacer un cuerpo separado del monarca, están unidos necesariamente al mío y no descansan más que en mis manos”
Discurso de Luis XV al Parlamento de París, 3 de marzo de 1766.
El reinado de Luis XIV en Francia es el mejor ejemplo del absolutismo monárquico. El soberano consigue reforzar el poder del rey frente a los demás poderes del Estado y para conseguirlo usó todos los medios a su alcance:
Decidió prescindir de un valido (figura típica de reinados anteriores) y gobernar personalmente.
Distribuyó subsidios y pensiones entre la nobleza para hacerlos depender directamente del rey y no su opusiesen a sus deseos.
Instaló en la corte toda la administración del Estado y la convirtió en el centro cultural y político del país.
Impulsó la centralización política, quitando el poder a los parlamentos locales y unificando las leyes y los impuestos de toda Francia. Creó, además, un cuerpo de funcionarios, los intendentes, que tenían como cometido asegurar el cumplimiento de las órdenes del rey en todas las provincias del reino.
Acabó con la disidencia religiosa y sometio la iglesia francesa a la autoridad de la corona.
Reclutó un poderoso ejército estatal que dependía directamente del monarca.
Sacralizó la figura del rey con una potente campaña de propaganda que presentaba al monarca como el representante de Dios en la tierra.
El absolutismo desarrollado por Luis XIV se convirtió en el modelo a imitar por el resto de monarcas europeos.
3.2.- LAS BASES TEÓRICAS DEL ABSOLUTISMO.
El Absolutismo necesitaba una base teórica que justificase su existencia. Dos pensadores desarrollan el cuerpo teórico de la Monarquía Absoluta, eso sí, desde puntos de partida diferentes, el francés Bossuet y el inglés Thomas Hobbes.
Thomas Hobbes justifica un poder absoluto que sea capaz de reunir las funciones ejecutivas, legislativas, judiciales y también espirituales. Testigo directo de la revolución de 1688 y del régimen republicano de Oliver Cromwell, este contexto le inspiró para escribir Leviatán, una obra en que postula la necesidad de un soberano (o en su defecto una asamblea) que reuna todo el poder necesario para garantizar la paz, el orden y el progreso del Estado, ante la amenaza permanente que se materializa en una criatura monstruosa: el Leviatán. El planteamiento de Hobber es el siguiente: el ser humano es malo por naturaleza, homo homini lupus (el hombre es un lobo para el hombre), y para evitar que la sociedad caiga en el caos, provocando la disolución de la misma, se necesita un poder fuerte capaz de mantener ese orden.
Bossuet parte de otra premisa para defender el mismo concepto del poder. El autor francés, muy ligado a la cara real borbónica en tiempos de Luis XIV escribre “La política sacada de las mismas palabras de la Sagrada Escritura”. En esta obra elabora una teología política en la que el monarca es elegido por Dios para gobernar a su pueblo, un origen divino para el poder político. Esta idea justifica el poder absoluto y omnímodo del monarca que tan solo debe rendir cuentas ante el Todopoderoso.
3.3. LA ALTERNATIVA PARLAMENTARIA.
Aunque el Absolutismo monárquico era la forma de gobierno más extendida por Europa, existía un sistema alternativo, el Parlamentarismo. Inglaterra y las Provincias Unidas (Países Bajos) fueron los dos estados que implantaron un sistema parlamentario que suponía una alternativa al Absolutismo Monárquico. Se estaban dando los primeros pasos hacia la democracia.
3.3.1.- MONARQUÍA PARLAMENTARIA. INGLATERRA Y EL CAMBIO DE PARADIGMA.
A mediados del siglo XVII tiene lugar en Inglaterra un ciclo revolucionario que tuvo como consecuencia el final de la monarquía absoluta y el origen de una monarquía parlamentaria. A partir de esta revolución, el rey de Inglaterra, quedaba sometido a las leyes del Parlamento. Asistimos por primera vez a la separación de poderes. El pensador John Locke fue el principal defensor del parlamentarismo.
En Inglaterra (Reino Unido a partir de 1707 con la firma del Acta de Unión) el absolutismo monárquico fue un fracaso. El monarca Carlos I quiso gobernar sin tener en cuenta al Parlamento y la burguesía aprovechó para, con el apoyo de algunos sectores populares y levantiscos, radicalizar la oposición política. En este contexto se desencadenó la Primera Revolución Inglesa y en el año 1642 estalló un guerra civil entre realistas y parlamentarios. El rey Carlos fue derrotado y ejecutado por traición.
Tras la disolución de la monarquía se instauró un república en Inglaterra que sería dirigida por Oliver Cromwell. Tras once años de gobierno republicano las aguas tornaron a su cauce y la monarquía fue restaurada en 1660 en la persona del rey Carlos II, que fue sucedido por Jacobo II. Este último monarca era católico practicante y puso en marcha una política absolutista, un hecho que provocó que gran parte de sus súbditos ofrecieran la corona a su hija María, casada con Guillermo de Orange, ambos protestantes.
En 1688 estalló la segunda y definitiva Revolución Inglesa, conocida como la “Gloriosa” que concluyó cuando los monarcas Guillermo y María juraron la Declaración de Derechos (1969), un solemne acto que los convirtió en monarcas parlamentarios (y de paso salvaban a la propia instirución monárquica), de manera que se comprometían a gobernar de acuerdo con lo establecido por el Parlamento. La ley se colocaba así por encima del rey. Por otro lado un sistema económico liberal se irán imponiendo en las Islas.
En el sistema parlamentario inglés el rey desempeña el poder ejecutivo y comparte con el parlamento el poder legislativo. El Parlamento que ejerce el poder legislativo está formado por la cámara de los lores y la cámara de los comunes. La cámara de los lores está formada por nobles y la cámara de los comunes por ciudadanos elegidos mediante sufragio censitario (únicamente pueden votar los más ricos). Además de todo esto, el sistema parlamentario desarrolla derechos y libertades individuales y un liberalismo económico.
Desde los primeros momentos en el Parlamento inglés se fueron configurando dos tendencias; los tories, partidarios de defender los privilegios reales (que con el tiempo se convertirían en el partido conservador) y los whigs, que defendían la supremacía del Parlamento sobre los reyes (y que evolucionaría hacia el partido liberal).
3.3.2. LAS PROVINCIAS UNIDAS. UNA ALTERNATIVA PARLAMENTARIA.
La independencia declarada en 1579 no fue reconocida por España hasta el año 1648 (después de la Guerra de los Treinta Años, un conflicto nefasto para los intereses españoles). Los holandeses cimentaron su sistema republicano recurriendo a las viejas instituciones medievales (al contrario de lo que ocurrió en otras regiones de Europa), y contra la tendencia absolutista generalizada los Países Bajos fueron capaces de gobernarse mediante un sistema próximo a la democracia, en el que la soberanía recaía sobre los Parlamentos de cada una de las Siete Provincias (Frisia, Zelanda, Groninga, Overijssel, Güeldres, Utrecht y Holanda) y cuyos diputados eran elegidos por los ciudadanos con el mandato de regir los asuntos políticos y también los militares.
Para decidir las políticas comunes a todas las provincias se elegían unos Estados Generales y sus decisiones debían ser ratificadas por cada una de las cortes provinciales. Al frente del poder central se situaba un estatúder, un cargo que terminó recayendo en la familia Orange-Nassau con carácter hereditario (la casa real).
Entre los períodos 1650 – 1672 y 1702 – 1748, no hubo estatúder, de modo que la autoridad fue ejercida en exclusiva por los Estados Generales. Estos dos períodos se conocen como Primera y Segunda Repúblicas Neerlandesas, y en ellos Holanda se aproximó al modelo político contemporáneo.
3.4. RELACIONES INTERNACIONALES: EL EQUILIBRIO EUROPEO.
Después de la Guerra de Sucesión Española (1701 – 1714), la paz firmada en Utrecht estableció un nuevo orden internacional, caracterizado por el equilibrio, que había de durar un siglo.
Inglaterra consiguió reforzar su poderío marítimo y colonial, y logró imponer un principio de equilibrio continental, según el cual ningún estado debía ejercer la hegemonía sobre el resto (en su fuero interno, Inglaterra se reservaba ese papel para sí misma) en el continente y los estados debían equilibrarse mutuamente.
España perdió todas sus posesiones europeas y su monarca Felipe V renunció a sus derechos al trono francés. De esta forma se hacía imposible una eventual unión de ambas coronas. Una circunstancia que tranquilizaba a los inquietos vecinos.
A la tradicional rivalidad entre Inglaterra y Francia se suma ahora la de Austria y Prusia. Suecia y el Imperio Otomano fueron perdiendo importancia entre las potencias europeas. Polonia se llevó la peor parte, y quedó fragmentada y repartida entre Austria, Prusia y Rusia.
Siguiendo con Rusia, Pedro I y Catalina II consiguieron incorpor al Imperio Rusa plenamente en la política europea.
Como hemos visto esta centuria se caracterizó por un equilibrio de fuerzas entre las potencias europeas, ninguna conseguía dominar con claridad al resto. Las rivalidades y las ansias de poder desmbocaron en varios conflictos bélicos. Estas guerras fueron el resultado de una doble rivalidad, la pugna entre Austria y Prusia por controlar el espacio alemán, y el enfrentamiento entre Francia y Gran Bretaña en sus colonias de ultramar. La Guerra de Sucesión de Austria y la Guerra de los Siete Años fueron los conflictos más importantes de ese siglo XVIII.
La Guerra de Sucesión de Austria (1740 – 1748) enfrentó a María Teresa de Austria con Federico II de Prusia. Francia y España se aliaron con Prusia, mientras que Gran Bretaña y Saboya ayudaron a Austria. La paza de Aquisgrán (1748) puso fin a la guerra, Prusia obtuvo de Austria el territorio de Silesia y María Teresa el reconocimiento como reina de los territorios austríacos de los Habsburgo.
La Guerra de los Siete Años (1756 – 1763) enfrentó a Gran Bretaña y a Francia (con sus respectivos aliados) por el control del comercio colonial, una actividad que proporcionaba enormes ganancias. Ambas potencias se enfrentaron en suelo europeo y también en las colonias que poseían tanto en América como en Asia. La Paz de París puso final al conflicto. Francia tuvo que ceder a Gran Bretaña los territorios de Canadá y muchos de sus enclaves comerciales de la India. Estos acuerdos marcaron el comienzo del declive Francés y el inicio de la enorme expansión británica.
Hacia 1770 la situación internacional se caracterizaba por la existencia de una potencia hegemónica en el mar, Gran Bretaña, y tres potencias continentales que luchaban por la supremacia: Francia, Austria y Prusia.
4.- LA ILUSTRACIÓN.
La Ilustración es el movimiento cultural e intelectual que se desarrolla en la Europa del siglo XVIII. El alemán Inmanuel Kant marca su punto culminante.
“La Ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia, sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!: he aquí el lema de la Ilustración”.
Inmanuel Kant, ¿Qué es la Ilustración?.
4.1.- EL SIGLO DE LAS LUCES.
La luz de la razón iluminó a los hombres. La ilustración supuso un profundo cambio de mentalidad respecto a la etapa anterior, y su principal característica es el uso de la razón. Los ilustrados explicarán todo lo que existe a partir de la razón, pensarán que la luz de la razón ilumina al hombre, por este motivo, al siglo XVIII se le conoce como el siglo de las luces.
Otras características de la Ilustración son la tolerancia, el respeto por la Naturaleza, el progreso de la sociedad humana y colocar al ser humano en el centro del universo (antropocentrismo).
Razón. Los ilustrados estaban convencidos de que era posible analizar la sociedad aplicando única, y exclusivamente, los dictados de la razón. Los sistemas de gobierno debían regirse por aquello que era más razonable y adecuado, y no por el mero mantenimiento de la tradición. Por supuesto tampoco se puede basar el poder político en un origen divino de la monarquía.
Progreso. La aplicación de la razón a la organización de las sociedades humanas llevaría al progreso continuo de la humanidad, de forma que la historia se concibe como un proceso constante de mejora y extensión de los derechos ciudadanos. Las palabras del Marqués de Condorcet resumen a la perfección la idea de progreso de los pensadores ilustrados.
Y este cuadro de la especie humana, liberada de todas esas cadenas, sustraída al imperio del azar, así como al de los enemigos de sus progresos, y avanzando con paso firme y seguro por la ruta de la verdad, de la virtud y de la felicidad, presenta al filósofo un espectáculo que le consuela de los errores, de los crímenes, de las injusticias que aún ensucian la tierra, y de los que el hombre es muchas veces víctima. Es con la contemplación de ese cuadro como recibe el premio de sus esfuerzos por los progresos de la razón y por la defensa de la libertad […] Llegará un momento en que el Sol no alumbrará sobre la tierra más que a hombres libres, los cuales no reconocen más señora y maestra que la Razón y en que los tiranos y los esclavos, los sacerdotes y sus estúpidos e hipócritas instrumentos no existirán más que en la historia y en los teatros (Condorcet).
El optimismo y las esperanzas de los ilustrados terminaron chocando con la realidad. Las crisis económicas (recurrentes) y sus consecuencias de desindustrialización, paro, inflación, etc y la perspectiva de agotamiento de recursos, han originado gran pesimismo respecto al futuro.
Antropocentrismo. Al igual que sucedió en el Renacimiento, cuando el antropocentrismo se impuso al tradicional teocentrismo medieval, los ilustrados convirtieron al Ser Humano en el centro y motivo de todas sus reflexiones.
Tolerancia. Se afirmaba que la tolerancia debería guiar las relacionas humanas en cualquier ámbito.
Derechos naturales. Los filósofos ilustrados defendían la existencia de unos derechos naturales que ningún poder pueden suprimir. Libertad individual y propiedad son dos de estos derechos básicos. El iusnaturalismo es la teoría ético-filosófica por la que los derechos se hallan en la naturaleza del ser humano, y no en un origen divino.
“Si se busca en qué consiste el bien más preciado de todos, que ha de ser objeto de toda legislación, se encontrará que todo se reduce a dos cuestiones principales: la libertad y la igualdad, sin la cual la libertad no puede existir. Renunciar a la libertad es renunciar a ser hombre, a los derechos y a los deberes de la humanidad”
J.J. Rousseau, El Contrato Social, 1762.
4.2.- CRÍTICA AL ANTIGUO RÉGIMEN.
Los ilustrados se oponen al Antiguo Régimen y van a realizar una serie de críticas encaminadas a destruir ese Antiguo Régimen. Defienden un sistema basado en la libertad y en la igualdad legal y social. También piensan que la existencia de privilegios es un freno y un obstáculo para el desarrollo de la sociedad.
“El comercio, que ha enriquecido a los ciudadanos en Inglaterra, ha contribuido a hacerles libres, y esta libertad ha extendido a su vez el comercio, así se ha formado la grandeza del Estado . . . Todo esto da un justo orgullo a un mercader inglés . . .
En Francia un noble es muy superior a un negociante. El negociante oye hablar tan a menudo con desprecio de su profesión que es lo suficientemente tonto como para enorojecerse de ello. No sé, empero, quién es más útil a un Estado, un señor bien empolvado que sabe precisamente a qué hora el rey se levanta, a qué hora se acuesta, y que se da aires de grandeza haciendo el papel de esclavo en la antecámara de un ministro, o un negociante que enriquece a su país, da desde su despacho órdenes a Surate o a El Cairo, y contribuye a la felicidad del mundo”.
Voltaire, Cartas filosóficas, 1734.
4.3.- DIFUSIÓN DE LAS IDEAS ILUSTRADAS.
La Ilustración alcanzó su mayor fuerza en Francia, donde destacaron numerosos pensadores como Rousseau, Voltaire y Montesquieu. Desde este país las ideas ilustradas se propagaron por Europa y cruzaron el Atlántico desembarcando en América.
La difusión del pensamiento ilustrado se hizo a través de tres vías: la Enciclopedia, los nuevos medios de comunicación, como revistas, folletos, pasquines, periódicos y panfletos y tertulias y salones celebradas en casas particulares como las de Madame Geoffrin.
4.4.- LA ENCICLOPEDIA.
Diderot y D'Alambert promovieron y dirigieron, entre 1751 y 1772 esta magna obra, que contiene unos 72.000 artículos. La Enciclopedia consiguió amplia difusión y un elevado número de suscriptores en Francia y también en otros países de Europa.
La Enciclopedia es (y sigue siendo) una obra que recoge todo el saber acumulado por la humanidad a lo largo de su historia, pero también fue reflejo fiel del espíritu ilustrado. En ese sentido los diferentes autores que trabajaron en su redacción, exponían sus ideas críticas con la sociedad estamental, el absolutismo y el mercantilismo. Para evitar la censura real estos artículos debían ser presentados de forma muy sutil (los entendían aquellos que tenían que entenderla.
En la elaboración de la Enciclopedia participaron ciento treinta redactores, incluidos los más importantes pensadores y científicos de la época. Diderot se ocupó de las materias técnicas y profesionales, D'Alambert escribió sobre matemáticas y ciencias; Buffon se encargó de las ciencias naturales, mientras que Voltaire, Rousseau y Montesquieu escribieron sobre política y filosofía.
La obra, símbolo de ideas liberales y del progreso, empezó a publicarse en el año 1751, y por su carácter antiabsolutista fue prohíbida por Luis XV cuando acababa de ver la luz el segundo volúmen. A pesar de todo siguió publicándose.
5.- EL DESPOTISMO ILUSTRADO.
Los monarcas absolutos querían controla el proceso de evolución social y se inventaron eso del Despotismo Ilustrado. Muchos monarcas absolutos, ante la crítica que les estaban haciendo los pensadores ilustrados, decidieron actuar. El objetivo era controlar desde dentro las reformas políticas y sociales. A este proceso se le llama Despotismo Ilustrado. En el fondo no fue más que un maquillaje de la realidad, pues nunca hicieron nada para solucionar los auténticos problemas de la gente. Las reformas consistían en embellecer las ciudades construyendo parques, fuentes, jardines y monumentos (la Puerta de Alcalá de Madrid), mejorar los caminos y los puertos, extender (en lo posible) la educación y rodearse de intelectuales, eso sí, manteniendo intactos sus privilegios.
Lema del despotismo ilustrado resume perfectamente la esencia de este movimiento: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. El pueblo propiamente dicho no participa en nada.
Entre los monarcas ilustrados más destacados de Europa tenemos a Federico II de Prusia, María Teresa de Austria, Gustavo de Suecia, Catalina la Grande de Rusia y Carlos III en España.
Las reformas que pusieron en marcha los monarcas absolutos se basaban en las teorías de filósofos y científicos y tenían como objetivo fortalecer el estado. Entre las actuaciones que se llevaron a cabo podemos enumerar las siguientes:
Potenciar la industria nacional por medio del apoyo estatal y la creación de fábricas públicas.
Impulsar el comericio mejorando los medios de transporte, las infraestucturas y las vías de comunicación como carreteras y canales.
Favorecer el desarrollo científico y la modernización del sistema educativo, potenciando a su vez los estudios relacionados con la economía.
Centralizar la administración , ampliando los poderes del gobierno central para restar competencias a los gobiernos locales y provinciales.
Incrementar y profesionalizar el ejército, dotándolo de un mando unificado, una instrucción común y el establecimiento de uniformes.
5.1. LA FISIOCRACIA.
Esta escuela de pensamiento económico se relaciona directamente con la Ilustración y el Despotismo Ilustrado. La idea principal de la fisiocracia es que la riqueza está en la tierra, sólo por medio de la agricultura puede un estado generar riqueza. En ese sentido la fisiocracia se opone al mercantilismo.
“Nunca dejen de tener presente, ni el soberano ni la nación, que la tierra es la única fuente de riquezas y que la agricultura es quien la multiplica. Pues el aumento de la riqueza afianza el de la población; los hombres y las riquezas hacen prosperar la agricultura, amplían el comercio, vivifican la industria, aumentan y perpetúan las riquezas. De esta fuente copiosa depende el buen éxito de todas las partes de la administración del reino”.
Francois Quesnay.
En Francia el político Turgot intentó llevar a la práctica las ideas de la fisiocracia, pero fracasó por la fuete oposición de los privilegiados.
6.- EL FINAL DEL SIGLO XVIII: LA QUIEBRA DEL ANTIGUO RÉGIMEN.
El rechazo a la monarquía absoluta, a la economía mercantilista y a la sociedad estamental, a fines del siglo XVIII, dará lugar a nuevas formas de organización política, económica y social, Estamos hablando del liberalismo. Objetivo de los liberales ilustrados: suprimir los privilegios.
6.1.- LIBERALISMO POLÍTICO.
El liberalismo político se opone a la monarquía absoluta y propone otras formas de organización política. Basándose en este liberalismo político, los burgueses iniciarán un proceso de conquista del poder, conocido como revoluciones liberales (o burguesas).
Entre estas revoluciones burguesas podemos citar la Independencia de los Estados Unidos, la revolución francesa, la emancipación de América Latina y las revoluciones de 1848.
Partiendo del ejemplo británico, las principales ideas del liberalismo político proceden de los siguientes autores:
* Voltaire. Voltaire era partidario de la tolerancia como base de las relaciones humanas y propone la existencia de un parlamento fuerte que limitarse el poder del rey. (Ejemplo, el Parlamentarismo inglés)
* Montesquieu. Escribió el Espíritu de las Leyes, obra en la que plasma su idea de División de Poderes, en ejecutivo, legislativo y judicial, y pone especial énfasis en la completa independencia de cada uno de ellos.
* J.J. Rousseau. Escribió el Contraso Social, una obra en la que expone su teoría política. Rousseau piensa que se establece un contrato entre gobernadores y gobernados (el citado contrato social), de tal forma que el poder nace del pueblo y se lo entrega libremente a su gobernante. Este concepto recibe el nombre de soberanía nacional y Rousseau se convierte en uno de los pensadores políticos más influyentes de la Edad Moderna y precursor de la Edad Contemporánea.
6.2.- LIBERALISMO ECONÓMICO.
Es la doctrina económica de las revoluciones burguesas, y tiene su origen (como no) en Gran Bretaña. Las bases teóricas del liberalismo económico están en el libro “La Riqueza de las Naciones” escrito por Adam Smith. Según Adam Smith la economía debe organizarse por un principio de libertad económica, en el que sea el mercado el que establezca precios y salarios, y que el estado únicamente intervenga para asegurar esa libertad.
“Todo ser humano, siempre que no viole las leyes de la justicia, debe ser completamente libre para elegir el medio que le parezca más adecuado para lograr el ideal de vida y sus intereses. Los productos que crea tienen que poder salir a competir con los de cualquier otro individuo del género humano […].
Según el sistema de libertad de negocio, el soberano únicamente tiene tres obligaciones principales por las cuales debe preocuparse: la primera, proteger a la sociedad de la violencia y de la invasión de otras sociedades independientes; la segunda, proteger de la injusticia y la opresión a un miembro de la república ante cualquiera que también sea ciudadano de esta, y establecer una justicia exacta entre sus pueblos; y la tercera, crear ciertas obras y establecimientos públicos y mantenerlos”.
Adam Smith, La riqueza de las naciones, 1776.
La economía se organiza en virtud de la ley de la oferta y la demanda, sin necesidad de que el estado la controlase. En ese sentido, cualquier persona que lo deseara y tuviera los medios adecuados puede poner en marcha un negocio o empresa, y es la encargada de tomar todas las decisiones relacionadas con él.
7.- LA CIENCIA EN EL SIGLO XVIII.
El siglo XVIII fue continuación y consolidación de la Revolución Científica de la centuria anterior. En esta época la ciencia vivió un gran desarrollo, gracias a la aplicación de la razón ilustrada y el espíritu crítico a la investigación y a la búsqueda constante del conocimiento. Por otro lado, algunos monarcas ilustrados fomentaron la investigación científica mediante la creación de centros de saber como museos, observatorios y jardines botánicos, así como la realización de expediciones científicas. Una etapa de la historia en que se produjeron importantes avances y adelantos técnicos.
Durante el siglo XVIII vivieron, y trabajaron numerosos científicos que sentaron las bases de la ciencia moderna, como Lavoisier, Linneo o Jenner. El campo del saber que concentró el mayor interés fueron las Ciencias Naturales en su totalidad; Astronomía, Química, Física, Botánica . . .
La sombra de Isaac Newton, el gran genio del Barroco, es alargada, y sus decisivas contribuciones a la mecánica y la gravitación tuvieron su continuación en este siglo XVIII. Maupertuis y La Condamine confirmaron las ideas de Newton sobre la atracción universal, así como la tesis de que la Tierra es una esfera achatada por los polos. El astrónomo William Herschel, que también fue músico, descubrió el planeta Urano.
En física se inventó el termómetro gracias a los trabajos de Réaumur, Celsius y Fahrenheit. Papin estudio la presión del vapor. Galvani y Volta iniciaron el conocimiento de la electricidad y Benjamin Franklin inventó el pararrayos en 1750.
En química tuvo una trascendencia capital Lavoisier, creador de la química moderna, que enunció la ley de conservación de la materia.
En el campo de la biología, el sueco Carl von Linneo llevó a cabo la primera clasificación sistemática de especies animales y vegetales, ideando para ello el sistema binomial (género y especie) que aún seguimos utilizando. La obra Historia Natural del conde Buffon tuvo una gran influencia en las generaciones posteriores de naturalistas.
El inglés James Edward, está considerado el padre de la inmunología. Gracias al desarrollo de la primera vacuna contra la viruela, se pudo salvar a miles de personas de una muerte casi segura.
A todos estos científicos habría que sumar a los exploradores que posibilitaron un conocimiento más detallado y profundo de nuestro mundo.
8.- LOS EXPLORADORES EUROPEOS.
A principios del siglo XVIII los estados europeos ya habían explorado el continente Americano, las costas africanas y las lejanas tierras de Asia (el danés Bering recorrió el estrecho que bautizó con su nombre), sin embargo, nadie se había adentrado en las desconocidas aguas de los mares del sur, el vasto Océano Pacífico. Durante las centurias anteriores los científicos pensaban que al sur de esas tierras conocidas existía una gigantesca masa continental a la que llamaban Terra Australis Nodum Cognita, algo así como Tierra del Sur Desconocida.
A lo largo del siglo XVIII se organizarán desde Francia e Inglaterra, la mayoría de las veces por parte de los respectivos gobiernos, varias expediciones con el objetivo de explorar y cartografíar esta desconocida región. En ese sentido destacan los franceses Bougainville y La Pérouse, y el inglés James Cook. Parte de la tripulación estaba formada por científicos que tenía como cometido estudiar la flora, la fauna y las costumbres de los grupos humanos que encontraran. A finales de este siglo los europeos descubrieron Oceanía y las costas de la Antártida.
Las enconadas rivalidades entre las compañías comerciales impulsaron expediciones hacia otros territorios inexplorados, como las de Alexander MacKenzie por Canadá o la del francés La Condamine por Sudamérica. Por otro lado, el lucrativo tráfico de esclavos alentó las incursiones hacia el interior del continente africano, como las protegonizadas por Mungo Park. Con estas expediciones Europa asentaba las bases para su dominio absoluto del mundo.
En España la expedición más célebre y más recordada fue la capitaneada por Alejandro Malspina, que en 1789 emprendió un viaje político-científico por América, Asia y Oceanía.
9. EL ARTE DEL SIGLO XVIII.
En el arte del siglo XVIII convivieron dos mundos que se enfrentaron en diferentes ámbitos a lo largo de toda la centuria. Frente al Rococó, aristocrático, estético y algo superficial, se terminó por imponer el Neoclásicismo, un estilo más racional y equilibrado, que venía a celebrar el triunfo de las revoluciones burguesas. El Barroco se termina transformando en Rococó, que será sustituido por una nueva vuelta al Clasicismo de la Antigüedad grecorromana.
9. 1. EL DELIRIO ROCOCÓ.
En la primera mitad del siglo XVIII triunfo en los círculos cortesanos, el Rococó, una exageración del Barroco, caracterizado por una estética elegante y refinada, que busca esencialmente la belleza sensual y el placer sensual (del observador), más que la expresión de sentimientos o de la espiritualidad.
La arquitectura se caracterizó por las formas irregulares y curvas, y por una excesiva y fastuosa decoración interior en techos y paredes de los palacios, un horror vacui llevado hasta la desesperacion. En ese sentido la aristocracia convirtió la decoración de sus palacios y residencias en una muestra de ostentación y riqueza.
Los pintores retrataron escenas cortesanas y aristocráticas (reflejo del ambiente refinado y despreocupado de las clases privilegiadas) aunque también temas exóticos y orientales, alejándose de los típicos temas religiosos.
Los cuadros se llenan de colores claros como el gris y el verde manzana, el azul cielo y el rosa pálido, y de formas naturales. El predominio del color sobre el dibujo favoreció el desarrollo de una nueva técnica: el pastel.
Pintores destacados fueron los italianos Canaletto y Tiépolo, los franceses Fragonard, Watteau y Boucher, y los británicos Gainsborough y Joshua Reynolds.
Obra, El Columpio de Fragonard.
La carta de amor de J.H. Fragonard refleja la vida cortesana de la nobleza francesa del siglo XVIII.
En el Gran Canal desde San Vio, Canaletto muestra vistas idílicas de la ciudad de Venecia, el centro de la próspera República veneciana.
9.2. NEOCLÁSICISMO. LA VUELTA A LOS ORÍGENES.
En la segunda mitad del siglo XVIII el arte vuelve a sus orígenes, superando los excesos decorativos del Rococó y rememorando la Antigüedad Clásica de Grecia y Roma. El agotamiento del Barroco, el impacto causado por el descubrimiento de las ruinas de Pompeya y los ideales nacionalistas de la Ilustración, acabaron gestando un nuevo estilo, el Neoclasicismo.
El nuevo estilo se basó en tratado y reglas que pretendían transmirit la renovada forma de pensar. El uso de la razón, como único medio para la interpretación del mundo, impuso el alejamiento de las exgeradas formas decorativas del Barroco. La abundancia decorativa se abandonó para buscar el equilibrio, la armonía y la serenidad del arte del primer Renacimiento y de sus orígenes grecorromanos.
9.2.1. PINTURA NEOCLÁSICA.
Los pintores mostraron gran interés por los temas de carácter heroico, patriótico y de la perdida rectitud moral de la Antigüedad, aunque también se ocuparon del retrato, de la vida cotidiana y las escenas de salones. Como nombres propios despuntan dos franceses, Ingres y David.
Jean Ingres, La Apoteósis de Homero.
Los pintores se inspiraron en el orden y el equilibrio de la Antigüedad y mostraron predileccíon por la temática mitológica e histórica para transmitir valores moralizantes, como hace J.L. David en la Muerte de Sócrates.
9.2.2. ESCULTURA NEOCLÁSICA.
Los escultores regresaron a los modelos de la Antigüedad, tanto en la sencillez de las formas como en la temática. Las figuras buscaban la geometría. Destacó un artista italiano llamado Antonio Cánova.
Antonio Cánova esculpió a Paulina Borghese como Venus Vencedora y la maravillosa Eros y Psique.
Los escultores se centraron especialmente en los temas mitológicos, aunque también desarrollaron el retrato y el monumento funerario. Los artistas buscaban conseguir la belleza y la perfección y usaban materiales como el mármol y, en menor medida, el bronce.
El León de Lucerna de B. Thorvaldsen es otro bello ejemplo de escultura neoclásica.
9.2.3. ARQUITECTURA NEOCLÁSICA.
Los arquitectos que trabajaron durante la época del Neoclasicismo aplicaban a los edificios que levantaban los principios racionalistas ilustrados de pureza y monumentalidad, inspirado esencialmente en los modelos grigos y romanos. Destacó la construcción de edificios públicos como bibliotecas, panteones, puertas, museos, cárceles y mercados.
Pureza: Las formas se hicieron simples y libres de decoraciones innecesarias. Se van a utilizar elementos decorativos clásicos, como las columnas y los frontones.
Monumentalidad: Se levantan nuevas construcciones de grandes dimensiones, y transmiten sensaciones de elegancia y equilibrio.
Jacques Germain Soufflot es el autor del Panteón de París, un templo dedicado a la Ilustración. Fue erigida con planta de cruz griega, con una gran columnata interior y una gran cúpula sobre un tambor rodeado de columnas.
También en Paris se encuentra la Iglesia de la Madeleine, una obra de Pierre Vignon. Encargo de Napoleón, fue ideado con la forma de un templo romano clásico, elevado sobre un podio, con grandes columnas de orden compuesto y un frontón con relieves.
Karl Langhans construyó la Puerta de Brandenburgo. Destaca la simetría de todo el conjunto, la entrada recuerda la fachada del Partenón, el friso está decorado con triglifos y metopas, en la ampliación se incluyeron frontones clásicos y una cuádriga conducida por la victoria alada remata todo el conjunto.
En el Reino Unido una de las construcciones más destacadas de esta época es el impresionante Museo Británico.
Los déspotas ilustrados patrocinaron la cultura y el arte como forma de exaltación de su poder. Ciudades como Viena, París o Madrid fueron embellecidas con edificios y se convirtieron en importantes focos culturales.
9.3. LA MÚSICA DEL CLASICISMO.
Se conoce como Clasicismo a una etapa de creación musical que se desarrolla entre 1750 y 1820, y que coincide en el tiempo con la Ilustración y el Neoclasicismo. Viena fue el centro motor del Clasicismo Musical. Tras grandes compositores dominaron este periodo, y los tres vivieron en Viena: Haydn, Mozart y Beethoven.
Entre el Barroco y el Romanticismo, esto es, la segunda mitad del siglo XVIII, hasta comienzos del siglo XIX, se desarrolla en Europa la época del clasicismo. Los ideales de la ilustración también influyeron en el mundo musical, y se concentraron en un música racional, es decir, lógica, de estructura formal, clara y comprensible.
La música del clasicismo tomó como objetivos la sencilles melódica (huyendo de los artificios del Barroco), la claridad, la proporción y la elegancia. Por otro lado perdió la afinidad que hasta entonces había mantenido con la arquitectura y buscó el paralelismo con el drama y la poesía.
Aunque durante el clasicismo los músicos continuaron componiendo misas y oratorios, tan del gusto barroco, se produjo un notable auge de la música instrumental. En esta época también se sentaron las bases para el posterior desarrollo de la ópera (debido a la relación que se establece entre la música y las formas dramáticas). Las principales formas musicales que se desarrollaron durante el clasicismo fueron la sonata, la sinfonía y el concierto.
En esta época convivieron tres gigantes de la historia de la música (y de la cultura europea en general) Franz Joseph Haydn que perfeccionó la sinfonía, Wolfgang Amaedus Mozart, auténtico prodigio de la creación musical, quien sintetiza la vivacidad de la tradición italiana y la fuerza dramática alemana y Ludwig van Beethoven, cuyas composiciones marcan la transición al Romanticismo.