He atravesado la llanura húngara , bajado a las catacumbas de Pecs , visto una puesta de Sol en Szeged, caminado junto a la orilla del Gran Río en Mohács, ascendido hasta la Roca del Cuervo en Holloko , remontado el Danubio, contemplado la inmensidad desde el castillo de Visegrad, paseado por Szekesfehervar , la ciudad de la Coronación y por Veszprem, la ciudad de las reinas, subido a la inmensa cúpula de la Iglesia Madre húngara en Esztergom e irremediablemente he caído rendido ante la indeleble belleza de Budapest. Definitivamente me enamoré de Hungría, de su gente y de su historia. Por todas partes encontré las huellas de Matías Corvino, uno de los monarcas más recordados en el país magiar; favoreció la implantación del Humanismo en su reino, fortaleció el estado, aspiró al trono imperial, luchó contra turcos, bohemios, polacos y valacos, consiguiendo además la mayor expansión territorial en la historia del Reino de Hungría. Coronado en Szekesfehervar, residió en Visegrad, embelleció Buda y murió en Viena. Él mismo quiso contarme su historia.
Matías no había nacido
para reinar. Por sus venas no corría sangre azul, ni siquiera era
primogénito de su familia, pero al parecer el destino de las
personas (afortunadamente) no viene escrito en los genes. Los
acertados movimientos estratégicos de los miembros de su poderoso
clan, y su propia determinación personal, le convirtieron en uno de
los monarcas europeos más reputados (y prestigiosos) del siglo XV, y
un símbolo perpetuo para su país, Hungría. Bien es cierto, que la
tierra originaria de su estirpe, Transilvania, pertenece desde hace
unos cien años, a otro estado, la vecina Rumanía (Matías nació en la actual Cluj Napoca). Hijo de Janos Hunyadi , un reputado comandante conocido como "el Caballero
Blanco", famoso por sus batallas (y victorias) contra los
turcos, terrateniente transilvano y regente de Hungría durante la
minoría de Ladislao V, y de Erzsebet Szilágyi, perteneciente a una
noble familia húngara. El Matías niño fue educado en Hunyad
(Hunedoara) el centro de las posesiones paternas, por un eminente
preceptor, Janos Vitez, tutor, maestro y máxima autoridad religiosa
como Arzobispo de Esztergom.
A la muerte de Janos
Hunyadi, poco después de salvar Belgrado de las llamas turcas, su
primogénito y heredero, Ladislao, se vio envuelto en una
rocambolesca conjura palaciega, a consecuencia de la cual fue
declarado culpable de traición y decapitado. Matías terminó
arrestado en Praga, pero logró, con la ayuda y mediación de Janos
Vitecz, establecer una alianza con el rey de Bohemia, Jorge Podiebrad, que además le ofreció a su hija Catalina en matrimonio.
En estas circunstancias, Mihaly Szilágyi, hermano de la madre de
Matías, quien aún era un niño (y esa circunstancia le salvó de
acabar como su hermano mayor), se convierte en el "padrino"
del poderoso clan de los hunyadi, y en protector del futuro rey.
La prematura muerte del
rey Ladislao V, que ha pasado a la historia como "el Póstumo",
provocó una situación de trono vacante, y el enfrentamiento entre
las diferentes facciones nobiliarias para imponer a su candidato.
Según la tradición, mientras Matías permanecía secuestrado en
Bohemia, algunos nobles húngaros juraban sobre las heladas aguas del
Danubio que Matías sería su único rey. La actuación de su tío
materno Mihaly, que no tuvo inconveniente en usar la fuerza para
presionar, intimidar y convencer a los indecisos, su propia madre y
otros influyentes aliados de la familia, como Janos Vitecz o su
suegro Jorge Podiebrad, resultaron determinantes para que Matías,
que sólo tenía quince años, fuese elegido rey de Hungría.
En 1458 Matías era
proclamado rey, pero lo coronación oficial y legítima se retrasó
uno años, pues la Santa Corona , sin la cual el acto de la coronación
carecía de validez, se hallaba en poder del emperador Federico III.
Tras varios años de duras y tensas negociaciones, la corona fue
devuelta, a cambio de una importante suma de dinero y la promesa de
que si Matías moría sin heredero, Federico podría sentarse en el
trono magiar. El enfrentamiento entre Matías y Federico fue
recurrente a lo largo de las vidas de ambos, pues Federico pretendía
reinar en Hungría y Matías convertirse en el emperador del Sacro
Imperio.
En 1464, Matías, era
coronado rey como dios manda: en la ciudad de Szekesfehervar, por el
obispo de Esztergom, Dionisio Szecsi , y con la Santa Corona Húngara.
En un rincón de la ciudad de Szekesfehervar un precioso monumento
recuerda la coronación del rey Matías.
Muy pronto demostró
Matías de que pasta estaba hecho. Su primera decisión importante
fue apartar del poder a su tío Mihaly (Miguel para los amigos), el
mismo que había propiciado su entronamiento, pues el joven rey, pudo
entrever claramante cual era la intención del hermano de su madre;
regentar Hungría en nombre de su sobrino. Esta medida anunciaba el
ideal político del rey Matías, la monarquía autoritaria, y a lo
largo de su reinado fue dando pasos en esa dirección con la
finalidad de consolidarla.
En la segunda mitad del
siglo XV, Fernando de Aragón, Isabel de Castilla, Lorenzo de Médici, Murad II , Mehmet II , Federico III, Maximiliano I o el propio Matías
Corvino personificaron la creación del Estado Moderno. Cada uno de
ellos puso un granito de arena (o de cemento según se mire) en la
creación de un nueva forma de organizar el estado, dejando atrás
definitivamente la esencia y fundamentos de las monarquías feudales.
Se trata de los cimientos de las formas estatales que conocemos (y
sufrimos) hoy día. Matías forjó alianzas con la baja nobleza y con
la dinámica, y por momentos, poderosa burguesía urbana, enfrentados
ambos a la gran nobleza, privilegiados y rancios linajes de
terratenientes inmovilistas, para dinamitar sus posiciones de
preeminencia y lograr la independencia absoluta de la institución
monárquica. Para sufragar sus ambiciosos proyectos reformó la
hacienda, apartando a la nobleza de los ingresos reales y apoyándose
en un cuerpo de funcionarios profesionales.
En Visegrad, a orillas
del Danubio, vigilado desde la altura por un auténtico nido de
águila fortificado, se levantan los impresionantes restos pétreos
de un palacio renacentista, restaurado y engrandecido por el Rey
Cuervo, una materialización del poder absoluto que llegó a detentar
el rey. Sus ruinas aún conservan la grandeza que el edificio tuvo en
vida.
Combatió en diferentes
momentos contra todos sus vecinos: su propio suegro, Jorge Podiebrad
(acusado de proteger a los husitas) encabezando una cruzada y
proclamándose rey de los checos católicos, con el monarca de
Polonia Casimiro IV , con el incómodo voivoda valaco Vlad "el Empalador" al que no dudó en arrestar y utilizar como peón en
un enorme partida de ajedrez, con los invencibles turcos, con el
inteligente Esteban III de Moldavia y sobre todo, con Federico III
del Sacro Imperio. La Europa cristiana veía en Matías al general
que debía llevarles hacia la definitiva victoria sobre los sultanes
otomanos, no obstante, la mayor preocupación de Corvino fue el cetro
imperial. Podemos hipotetizar que el plan de Matías consistía en
crear un fuerte estado en Europa Central que aglutinaría Hungría,
Bohemía y el Sacro Imperio, para hacer frente, con garantías de
éxito, al poderoso Imperio Otomano.
Su enfrentamiento con
Federico y sus ansias imperiales, le llevaron a sitiar y ocupar Viena
en 1485. Todo para nada. Trasladó su corte a la capital austríaca,
pero en 1486, los electores
imperiales se decantaron por el hijo de Federico, Maximiliano I, al que nombraron Rey de Romanos (es decir, heredero del Sacro Imperio Romano Germánico). Incluso en la carrera de la vida venció Federico, que murió tres años después que Matías.
Aunque Matías jamás
alcanzó, ni de lejos, las altas cotas militares de su padre,
organizó un moderno ejército para mantener el orden interno,
consolidar el poder autoritario dentro de sus fronteras, asegurar las
fronteras del país y luchar por sus objetivos expansionistas. Este
ejército formado básicamente por mercenarios, soldados
profesionales, era conocido como "ejército negro". Este
"ejército negro" estaba organizado en tres cuerpos: la
caballería pesada, los húsares, unidades de caballería ligera que
ganarían fama y popularidad durante la Edad Moderna europea, y la
infantería, que incluía arcabuceros. Los arcabuceros eran rodeados y protegidos por escuderos, lanceros y hombres acorazados,
de tal forma, que podían disparar con la sensación de parapetarse
en un bastión. También incorporó carros husitas, de los que su
inteligente (y flexible) padre ya hizo buen uso.
Al año de casarse con
Catalina, la hija del rey bohemio murió y Matías quedó viudo. No
perdió el tiempo Matías, y encontró a varias amantes, una de las
cuales llegó a darle un hijo, bastardo por supuesto, hasta que en el
año 1476 contrajo matrimonio con Beatriz, la hija de Ferrante I, rey
de Nápoles. Con Beatriz llegaron a la corte húngara poetas, músicos
y artistas italianos, que siempre han tenido la extraordinaria
capacidad de exportar sus productos; el Renacimiento, los zapatos, el
café, los helados, la pasta o la pizza, por nombrar los más
conocidos.
Otro de los motivos por
los que es alabado y recordado este rey es que, precisamente junto a
su segunda esposa, Beatriz, propició la irrupción del Humanismo en
tierras húngaras. De un lado Matías se había rodeado de los más
selectos pensadores humanistas, empezando por su maestro Janos Vitez,
el afamado Janos Panonio, su cronista Antonio Bonfini, o el
bibliotecario Galeotto Marzio. El monarca poseía una biblioteca con
más de mil volúmenes, digna del más purista de los eruditos. De
otro ladro, la reina consorte irrumpió en Hungría con un variopinto
cortejo formado por escritores, poetas, músicos, maestros y artistas
italianos, que introdujeron en la corte disciplinas antes
desconocidos. Además introdujo costrumbres elegantes en la comida y
en las formas de vida. Los bravos magiares dejaron de comer el
goulash y la paprika, y comenzaron a apreciar las virtudes de la
pasta y la pizza.
Los palacios de Buda y
de Visegrad fueron embellecidos por deseo y obra de la pareja real,
llenando las habitaciones de sus palacios con muebles de lujo y
decorando las estancias con pinturas y grabados de excelso gusto
italiano.
En 1490 el rey Matías
murió en Viena, sin poder llegar a convertirse en emperador. No
obstante, consiguió considerables éxitos como monarca, a pesar de no ser de sangre real. La imagen legendaria de Matías, el rey Justo,
fue dibujada tras su muerte, pues esta, fue seguida de inestabilidad
y disturbios en el reino, por lo que Matías, que defendía a los
pobres y derrotaba a los orgullosos señores que abusaban de su
poder, encarnaba una época dorada. Una leyenda , un tanto apócrifa,
hacia descender a Matías Corvino, a través de su padre Janos
Hunyadi, del recordado rey (y emperador) Segismundo de Luxemburgo . Por supuesto, el
inteligente Matías jamás se preocupó por desmentir esas historias,
ni por aclarar los oscuros orígenes de su progenitor.
El pueblo, siempre ávido
de cuentos, chismes, modelos e historietas, convirtió a Matías en
protagonista de aventuras y situaciones más o menos irreales, que
coadyudaron a forjar la figura post morten del rey justo, campechano
y cercano al pueblo. Eso sí, también contaron sus amoríos y
peripecias fornicadoras. Juan Carlos I de España circulaba de
incógnito con su motocicleta de gran cilindrada por las carreteras
de la transición socorriendo a accidentados y necesitados, del mismo
modo que Matías Corvino gustaba pasear disfrazado de plebeyo,
pasando desapercibido entre el populacho y ofreciendo su ayuda a los
más desvalidos. También tuvo Matías a su particular Corina en la
figura de Ilonka , joven y hermosa pastora, protagonista de cuentos y
narraciones populares.
Visegrad, Budapest,
Szekesfehervar, Esztergom, Vezprem, Holloko, Pecs, Mohacs, Szeged,
prácticamente no hay ciudad húngara que no recuerde a su rey.
Quedaron atrás los reyes santos de la Edad Media, como Esteban o
Ladislao, y Matías se convirtió en el prototipo de monarca
autoritario renacentista, férreo gobernante y activo humanista, de
su mano penetraron en Hungría las nuevas ideas alumbradas durante el
Renacimiento.
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