Algunos niegan que Prometeo creara a los hombres, o que algún
hombre brotara de los dientes de una serpiente. Dicen que la Tierra
los produjo espontáneamente, como el mejor de sus frutos,
especialmente en la región del Ática, y que Alalcomeneo fue el
primer hombre que apareció, junto al lago Copáis en Beocia, incluso
antes que existiera la Luna. Actuó como consejero de Zeus, con
ocasión de su querella con Hera, y como tutor de Atenea cuando ésta
era todavía una muchacha.
Estos hombres constituían la llamada raza de oro; eran súbditos
de Crono, vivían sin preocupaciones ni trabajo, comían solamente
bellotas, frutos silvestres y la miel que destilaban los árboles,
bebían leche de oveja y cabra, nunca envejecían, bailaban y reían
mucho; para ellos la muerte no era más terrible que el sueño. Todos
ellos han desaparecido, pero sus espíritus sobreviven como genios de
los felices lugares de retiro rústicos, donantes de buena fortuna y
mantenedores de la justicia.
Luego vino una raza de plata, comedora de pan, también de
creación divina. Los hombres estaban completamente sometidos a sus
madres y no se atrevían a desobedecerlas, aunque podían vivir hasta
los cien años de edad. Eran pendencieros e ignorantes y nunca
ofrecían sacrificios a los dioses, pero al menos no se hacían
mutuamente la guerra. Zeus los destruyó a todos.
A continuación vino una raza de bronce, hombres que cayeron como
frutos de los fresnos y estaban armados con armas de bronce. Comían
carne y pan, y les complacía la guerra, pues eran insolentes y
crueles. La peste terminó con todos.
La cuarta raza de hombres era también de bronce, pero más noble
y generosa, pues la engendraron los dioses en madres mortales.
Pelearon gloriosamente en el sitio de Tebas, la expedición de los
argonautas y la guerra de Troya. Se convirtieron en héroes y habitan
en los Campos Elíseos.
La quinta raza es la actual de hierro, indignos descendientes de
la cuarta. Son degenerados, crueles, injustos, maliciosos,
libidinosos, malos hijos y traicioneros.
Robert Graves. Los Mitos Griegos.