sábado, 7 de octubre de 2017

DESPERTAR ESPIRITUAL.



A mediados del primer milenio a.C., entre los siglos VI y V, en el marco de una civilizaciones perfectamente desarrolladas (el Neolítico es un lejano recuerdo y del oscuro Paleolítico ni siquiera se tiene constancia) una serie de hombres, separados por cientos, e incluso, miles de kilómetros, asentaron unas bases religioso-filosóficas que (con las modificaciones lógicas) siguen muy presentes en el mundo actual.

De Mileto a Babilonia, de Babilonia a Persia, de Persia al Indostán y del Indostán a China. Pero también al revés. Fue un momento histórico en que la conciencia humana estaba preparada para dar un salto cualitativo, no puede ser casualidad que los filósofos de Mileto, los redactores de las versiones más antiguas del Pentateuco, posiblemente Zoroastro, Buda, Mahavira, Confucio y Lao Tsé coincidiesen en el tiempo. Una corriente de pensamiento fluye de Oriente a Occidente (y vuelta). Concretamente desde el Oriente de Occidente (colonias jonias de Asia Menor) al Oriente de Oriente (la exótica China).

Un camino de ida y vuelta por donde tuvieron que transitar, de boca a boca, ideas y proyectos de toda índole. Un tiempo en el que se establecen los pilares fundamentales de las religiones del Viejo Mundo (Cristianismo e Islam no dejan de ser hijos malavenidos del Judaísmo) y una serie de pautas de comportamiento que serán interiorizadas por miles de hombres y mujeres a lo largo de centurias. La humanidad había alcanzado gran madurez y estaba preparada para dar un nuevo salto cualitativo, los antiguos mitos quedaron desterrados por obra y gracia de estos hombres.

El psiquiatra y filósofo Karl Jaspers denominó a este periodo, caracterizado por grandes aportaciones en los terrenos de la filosofía, la moral y la religión, Tiempo Eje. Concepto que definió de la siguiente manera: En este tiempo se concentran y coinciden multitud de hechos extraordinarios. En China viven Confucio y Lao-tsé , aparecen todas las direcciones de la filosofía china, meditan Mo-Ti , Chuang-Tse , Lao-Tse y otros muchos. En la India surgen los Upanischadas, vive Buda , se desarrollan, como en China , todas las posibles tendencias filosóficas, desde el escepticismo al materialismo, la sofística y el nihilismo. En el Irán enseña Zarathustra la excitante doctrina que presenta al mundo como el combate entre el bien y el mal. En Palestina aparecen los profetas, desde Elias, siguiendo por Isaías y Jeremías, hasta el Deuteroisaías. En Grecia encontramos a Homero , los filósofos —Parménides, Heráclito, Platón—, los trágicos, Tucídides, Arquímedes. Todo lo que estos nombres no hacen más que indicar se origina en estos cuantos siglos casi al mismo tiempo en China , en la India , en el Occidente , sin que supieran unos de otras.

No puede ser casualidad que en estos momentos donde se fraguan las principales religiones de Oriente – Hinduísmo, Budismo, Taoísmo y Confucionismo – se ponga por escrito la Torá durante el exilio obligado en Babilonia y se produzca en Jonia el llamado “Milagro Griego”. ¿Qué energías circularon entre Oriente y Occidente para alumbrar a todos estos iluminados?. ¿A través de que canales se compartían información? ¿Irradiación o génesis múltiple?. No quiero oír hablar ni de atlantes, ni de extraterrestres, esas simplistas explicaciones no satisfacen mi curiosidad.


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