Aquellos que usaron los nueve
anillos fueron poderosos en sus días, reyes, magos, y guerreros de
antaño. Obtuvieron gloria y riqueza, pero se convirtieron en
desgracia. Tuvieron, como parecía, vida eterna, pero la vida se
volvió demasiado eterna para ellos. Podían caminar, si querían,
invisibles ante todos los ojos bajo el sol, y podían ver cosas
invisibles para los hombres mortales; pero a menudo contemplaban sólo
los fantasmas e ilusiones de Sauron. Y uno por uno, tarde o temprano,
de acuerdo a su fuerza natural y a lo bueno o malo de sus actos en el
comienzo, cayeron bajo la esclavitud del anillo que llevaban y el
dominio del Anillo Único de Sauron. Se volvieron para siempre los
protectores invisibles del Dueño del Anillo Único, y entraron al
reino de las sombras. Fueron los Nazgûl, los Espectros del Anillo,
los sirvientes más terribles del enemigo; la oscuridad los seguía,
y clamaban con las voces de la muerte.
El Silmarillion.
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