En el profundo valle del
Alagón, rodeado de centenarios castaños, Montemayor del Río
conserva el encanto de una auténtica villa medieval rodeada de
bosques y en contacto directo con la vivificadora naturaleza. Una
visita a Montemayor de abajo hacia arriba, desde el lecho del río al
castillo.
Un río de poético
nombre “Cuerpo de Hombre, afluente del Alagón, serpentea por un
valle encajado en la Sierra de Béjar. El río, junto a la mota, el
castillo y la muralla definen el emplazamiento de una villa medieval.
Las aguas del río
“Cuerpo de Hombre” han dado de beber a las gentes de Montemayor,
a los ricos y a los pobres, a los cristianos y a los judíos, han
regado los campos y movido enormes ruedas de molino, y han dado lugar
a entrañables leyendas, como aquella que relata la existencia de una
joven sirena empeñada en enamorar con su melodiosa voz al hijo de
los marqueses de Silva.
De orilla a orilla,
posibilitando además el acceso a la villa, el puente de piedra del
siglo XIII extiende sus pilares y un enorme arco que intenta ser
ojival. Los rebaños y pastores trashumantes que recorrían la Cañada
Vizana vadeaban el río por aquí, en primavera hacia el norte y en
otoño hacia tierras extremeñas.
Ermita de San Antonio a
orillas del río.
Al parecer los vettones
habitaron estas ancestrales tierras de ganaderos. Más tarde
visigodos y bereberes se asentaron en stas comarcas serranas, aunque
pocas referencias tengamos de ellos. Durante el reinado de Alfonso VI
de León, Montemayor pasó a dominio cristiano, y poco a poco se fue
configurando la Tierra de Montemayor.
La villa de Montemayor
fue desde la Edad Media el centro neurálgico de una demarcación
territorial que abarcaba doce núcleos de población, extendiéndose
por tierras extremeñas como Baños de Montemayor. El rey Alfonso IX
de León creó el Concejo de la Villa en 1227 con el objetivo de
reforzar demográficamente esta zona.
En el siglo XIII el rey
de Castilla, Alfonso X, entrega la villa a su hijo, el infante don
Pedro. Es la primera vez que Montamayor deja de ser un dominio de
realengo. Posteriormente el Señorío volvería varias veces a manos
de la corona, que lo utilizó como premio para pagar lealtades y
favores.
Fuera del recinto
amurallado estaba situada la aljama o barrio judío, donde se
concentraba la población hebraica, con su rabino al frente y
organizada alrededor de la sinagoga. Esta comunidad judía dependía
directamente del rey.
El visitante que pasea
por estas callejuelas olvida rápidamente las prisas que le han
traído hasta aquí.
La desaparecida muralla
fue construida para proteger a la población que se arremolinaba
alrededor de la fortaleza y que se dedicaba fundamentalmente a
prestar apoyo y servicio al castillo. Pero pronto, la población
comenzó a crecer y las viviendas sobrepasaron los límites de la
muralla, desparramándose por la ladera de la mota. La muralla,
además de proteger, servía para separar dos ámbitos: de un lado
los poderes civil, militar y religioso, y del otro la gente más
humilde.
Cuadrillas de albañiles
ambulantes trabajaron con denuedo para levantarse los toscos cubos de
la muralla. En una de las hiladas del cubo aparecen las misteriosas
firmas y marcas de cantero. El material empleado fue el granito.
El linaje de los Tostado
(junto con los Flores) es una de las familias históricas, y más
ilustresde Montemayor. Un hecho valeroso marca del origen del linaje.
Sucedió en el año 1433 en Guadix, en el contexto de las guerras de
Granada. Antes de entrar en batalla el escudero Pedro González de
Tórtoles, conocido como “Tostao” pidió a Fernando Álvarez de
Toledo, Capitán General de Frontera, ser nombrado caballero “por
sí moría, porque quería hacer mucho daño a los moros y para que
quedara honra a sus hijos....”. El escudo de los Tostado consta de
tres bandas y seis estrellas.
La fuente del rollo,
símbolo que representaba la autoridad del marqués, preside la Plaza
Mayor.
Una muestra de la sabiduría popular.
La iglesia parroquial,
que presenta una estructura constructiva del siglo XIII, modificada a
lo largo del tiempo, es centro espiritual de la villa y
representación del poder; el clero, junto al rey, la nobleza y el
concejo son las fuerzas vivas de la sociedad medieval.
Símbolo y bastión, en
la parte más alta de la villa, cerca del cielo, el castillo de San
Vicente se yergue como vigilante de la frontera u protector de
cañadas y caminos. Con el tiempo se convirtió en el palacio
residencia de los Marqueses de Montemayor.
Por definición, un
castillo es un símbolo inequívoco del poder. El castillo de
Montemayor es el corazón fundacional de la villa, emplazado en una
situación estratégica. Su ubicación obedece a razones
geopolíticas, Montemayor nace como baluarte defensivo y su castillo
es construido para proteger la frontera del Reino de León, de la
cercana Béjar, bastión del Reino de Castilla. Además sirvió para
consolidar el límite sur con el mundo islámico y para controlar la
cañada Vizana.
Aunque fue levantado
entre los siglos XIII y XIV, por deseo del infante Pedro,
probablemente sobre los restos de una fortificación anterior, su
aspecto actual es del siglo XV. Dispone de planta rectangular y
murallas protegidas por altas torres. Este castillo, mientras mantuvo
su valor estratégico fue controlado por la corona, bien
directamente, bien a través de familiares del monarca. Cuando
desaparece la rivalidad territorial entre León y Castilla, la villa
y el castillo se convirtieron en señorío.
El castillo aparece
perfectamente mimetizado con el entorno, de tal forma que parece
formar parte del paisaje. Las altas torres del castillo se convierten
en un envidiable observatorio de estrellas y del inabarcable cielo
nocturno. Y como todas las fortalezas medievales las leyendas hablan
de pasadizos secretos que comunican las mazmorras del castillo con el
río Cuerpo de Hombre. Su entorno y la propia belleza del edificio,
el asombro que causa en los visitantes y el sosiego espiritual que
embarga al pisar las piedras, le han hecho merecedor del apelativo
Castillo del Paraíso.
Antaño los frondosos
bosques que lo rodeaban estaban habitadas por osos, reyes de las
bestias, y pieza de caza más apreciada y venerada. Tal era la
calidad de estos parajes para el disfrute de la actividad cinegética,
que aparecen recogidas en el Libro de Montería de Alfonso X.
El caserío, que rodea
la plaza y se sitúa también a media ladera, presenta la tipología
típica de la arquitectura tradicional serrana, basada en la madera y
la mampostería.
Para las gentes de
Montemayor y su entorno, el castaño es su generoso árbol talismán;
ofrece alimento en forma de fruto carnoso, madera y materia prima
para la cestería.
La Vía de la Plata,
además de ruta para los ganados, se convirtió también en el Camino
de Santiago del Sur. Pastores, zagales y rebaños, caminantes y
peregrinos transitaban por estos lares, con la tumba del apostol en
el horizonte vital.
Entre la sierra de
Francia y la de Béjar, sobre la cima de un cerro, rodeado de un
profundo valle, se alza como impertérrito vigía y orgulloso señor
de las cumbres el Castillo del Paraíso.