Fadrique Álvarez de
Toledo y Enríquez, coleccionista de títulos y tierras, II duque de
Alba, Marqués de Coria, Conde de Salvatierra y Piedrahita y Señor
de Valdecorneja, ayudó a los Reyes Católicos en la rendición de
Granada, participando en la firma de las capitulaciones, en la defensa
del Rosellón frente a los franceses y dirigiendo con éxito la
conquista de Navarra. Por todos estos éxitos militares fue nombrado
capitán general de Andalucía y caballero de la Orden del Toisón de
Oro. En época de Carlos V defendió los intereses del emperador en
Flandes e Italia. Su villa natal, Alba de Tormes, también le vio
morir con todos los honores de los grandes de España. Su heredero y
sucesor fue su nieto Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, que
pasaría a la historia (más o menos negra) con el sobrenombre de “El
Gran Duque de Alba”. Precisamente el propio Fadrique se dedicó con
esmero a la educación de su nieto, tanto en las letras como con las
armas, y se hacía acompañar de él en sus campañas militares y en
los recorridos regulares por sus enormes dominios.
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