domingo, 13 de abril de 2025

MEDINA DE RIOSECO, LA CIUDAD DE LOS ALMIRANTES.



 

Medina de Rioseco, conocida como la Ciudad de los Almirantes, no está bañada por las aguas del mar, ni está enclavada a orillas del Océano, sino que está situada en la mística Tierra de Campos.




Ni salitre, ni espuma de mar, ni oleaje, mas el agua dulce del Ramal de Campos del Canal de Castilla besa los plácidos contornos de la población vallisoletana.


Alfonso Enríquez, hijo de Fadrique Alonso, hermano gemelo de Enrique II Trastámara, fue un caballero que se enriqueció con muchas propiedades en esta Tierra de Campos, y recibió en 1405 el título de Almirante de Castilla. Título que se convirtió en patrimonio de los Enríquez.






Rioseco estuvo vinculada a esta familia, y gran parte de la belleza monumental de la villa fue promovida por algunos de sus miembros. La caída de los Enríquez a principios del siglo XVIII marcó en parte el inicio de la decadencia de la villa.




Desde el siglo XV Medina de Rioseco destacó como un importante centro comercial gracias a sus emprendedores vecinos, a las dos ferias anuales, fijadas durante el reinado de Juan II, y al mercado semanal que se celebraba los jueves.






La actividad comercial se organizaba a partir de las inmediaciones de la Plaza Mayor, aunque se extendía prácticamente por todo el núcleo de población. Actividad que promovió el nacimiento de los gremios locales.




Magnífico ejemplo del gótico tardío, la iglesia de Santa María de Mediavilla, se inició a finales del siglo XV y fue concluida en las primeras décadas de la siguiente centuria incorporando también las nuevas formas renacentistas.




Sobre el templo gótico-renacentista, se eleva a los cielos de la Tierra de Campos la torre barroca, obra del escultor riosecano Pedro de Sierra. Un faro, una linterna que lleva siglos iluminando a sus vecinos.






La iglesia de Santiago, paso obligado para los peregrinos, presenta una amalgama de estilos arquitectónicos, diseño gótico, una portada plateresca, otra del gótico flamígero, bóvedas barrocas . . .






Los restos de un convento franciscano son la sede de un museo de arte sacro. El complejo monástico fue fundado en 1491 por los Enríquez que pensaban dedicar la capilla mayor como espacio de enterramiento para los miembros de la familia.




La iglesia de la Santa Cruz es un templo de dimensiones catedralicias. La fachada principal está inspirada en la iglesia del Gesú en Roma, obra del italiano Vignola.






Sin embargo los dos elementos más apasionantes de Medina de Rioseco son la Rúa Mayor y la Dársena.








La Rúa Mayor es la arteria vital de Medina, por donde fluye el vino, los vecinos comparten espacio con los visitantes. Estas balconadas y los soportales de madera son marca de identidad de esta tierra, y de otras tierras de España.



Existieron caballeros que mataron dragones, y en Rioseco un preso acabó con la vida de un cocodrilo. Una leyenda de gran calado en muchos lugares de Europa, explica el origen de la piel de cocodrilo que se custodia en la iglesia de Mediavilla.




Durante la construcción de la citada iglesia, un cocodrilo que vivía en el río Sequillo ataba a los trabajadores durante la noche. Los hombres armados del señor Enríquez no conseguían capturar a la bestia y hubo de ser un preso condenado a trabajar en las obras de la iglesia, quien gracias a un inteligente ardid consiguió matar al cocodrilo. En agradecimiento el Concejo de la villa concedió la libertad al preso convertido en héroe.





A través del Canal de Castilla llegaban las barcazas cargadas de carbón y partían con los sacos de harina que se producían en la fábrica de San Antonio situada a orillas del Canal.



Un espacio bucólico donde se mezclan la belleza del entorno y el sueño ilustrado de aquellos que intentaron modernizar el país. Sin duda alguna la estampa más bella de Medina de Rioseco.



Otra postal muy diferente de Rioseco está compuesta por los barrios y vecindarios que se asoman al casco viejo de la ciudad.



¿Es el torrezno el rey de las tapas?





Y de postre un barraquito en la Dársena Café Bar. La amabilidad su mejor carta de presentación.



Caminando por los pueblos de España. El caminante sigue haciendo camino.





Viviendo.

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