martes, 3 de octubre de 2023

DECORACIÓN MUSIVARIA. LOS MOSAICOS BIZANTINOS.

 



La técnica del mosaico tiene gran tradición en el arte antiguo. Se originó en Mesopotamia, se desarrolló durante la época romana (utilizados fundamentalmente para pavimentar), y alcanzó su mayor esplendor en Bizancio. Los artistas bizantinos prefirieron el mosaico a la pintura para la decoración mural. Las teselas (pequeñas piezas que forman el mosaico) que hornearon alcanzaron una policromía y una luminosidad no conocida hasta entonces gracias a la pasta vítrea, esmaltes, oro, plata y nácar. De esta manera consiguieron unas representaciones pictóricas mucho más estables, duraderas y fascinantes, por los reflejos y destellos que emitían con la iluminación que se filtraba a través de las ventanas y con las velas.


Las principales características del mosaico bizantino son las que siguen:


♠ El mosaico es la forma pictórica por excelencia en Bizancio y ejercerá influencia en la pintura europea.


♠ La técnica consistía en colocar pequeñas teselas (mármol, piedra, pasta vítrea...) en una superficie de cemento. Para colorearlas se usan óxidos metálicos y a veces se recubren de oro o plata. Se usarán en el recubrimiento de paredes y bóvedas, a diferencia de los romanos que los empleaban en el pavimento. La línea se usará explícitamente para destacar los contornos.


♠ Temática religiosa y política de carácter simbólico. Una estética que buscaba el esplendor y relacionaba el poder religioso y espiritual de la divinidad y lo religioso, con el poder civil y temporal de los soberanos. En definitiva, se trata de establecer un vínculo entre Cristo y el Emperador, entre la Virgen y la Emperatriz, entre la corte celestial y la corte imperial.


♠ Composición cuidada: Isocefalia (cabezas a la misma altura), jerarquización (tamaño de la figura según su posición social), idealización, hieratismo, fondos planos sin perspectiva, frontalidad.


♠ Figura humana. La búsqueda de la espiritualidad se plasmará en una representación humana que supondrá la máxima expresión de lo visible e invisible, y que no busca el parecido fisonómico sino la expresión del alma.


♠ Disposición jerárquica. Todos los paramentos interiores de las iglesias se cubrirán con mosaicos siguiendo una disposición jerárquica que parte de los zócalos, sigue por las paredes y alcanza las pechinas, para representar el ámbito de lo terrestre. Los techos, las cúpulas y la bóveda del ábside se reservan para la divinidad, el ámbito celestial.


El interés por lo esplendoroso, la búsqueda apasionada del color, encontraron en el mosaico su símbolo más poderoso, su verdadero destino; este consiste en manifestar la fuerza soberana de la luz […]. Para ello fue necesario, sin embargo, el descubrimiento de los cubos de vidrio, más ligeros de peso y más luminosos que los usados para los pavimentos. Los mosaístas cubrían la pared con dos o tres capas de mortero, cuyas ondulaciones producían otras tantas caras en donde brillaba la luz. Alternaban los cubos de pasta vítrea – que podían colorearse o recubrirse con polvo de oro y plata – con cuadrados de piedra opaca, en los que la luz encendía vivas y agresivas iridiscencias.

[…] En San Apolinar el Nuevo Justiniano y Teodora participan en la Liturgia Divina […]. El pintor desmaterializa voluntariamente las imágenes; todas las figuras aparecen petrificadas; su cuerpo carece de peso y no se apoyan en nada, ningún contacto real se establece con el suelo. Se encuentra uno ante pinturas símbolos que, con un arte insuperable, representan un acto consagrado del representante de Dios en la tierra.

Miguel Cortés Arrese: El arte bizantino.


3.1. EL MOSAICO EN LA PRIMERA EDAD DE ORO.

La Primera Edad de Oro es la época de mayor desarrollo del mosaico, que cumple la función de decorar, narrar y ocultar la pobreza de los materiales utilizados. Es ahora cuando se fija la iconografía oficial y se dedica cada espacio del templo a una temática concreta:


Cosmocrátor en el ábside de San Vital de Rávena (546)

♠ En el ábside aparece el Cristo en Majestad, sentado sobre el globo del Universo rodeado de ángeles y santos, la figura del Cosmocrátor. A partir del 431 (se condena a los herejes que negaban que la Virgen fuese la Madre de Dios en el Concilio de Éfeso) también se representa en el ábside la figura de la Theotocos, virgen sentada con el niño en brazos.


♠ En las paredes laterales una comitiva de santos en procesión camina hacia el ábside.


♠ Las paredes de acceso se reservan para las escenas del Juicio Final.


♠ En la cúpula, la figura de Dios rodeado de los profetas, y serafines en las pechinas.


Los mosaicos bizantinos más importantes que se conservan son los de Santa Sofía y los de Rávena, la iglesia de San Apolinar Nuevo y San Vital.




Los mosaicos de San Vital: Justiniano y Teodora.

En la iglesia de San Vital situada en Rávena, además de las representaciones religiosas, son representados el emperador Justiniano y la emperatriz Teodora, en sendos paneles, considerados los mosaicos más destacados del arte bizantino. Estos paneles de san Vital fueron realizados en el año 547 en los propios talleres imperiales de Bizancio, desde donde, compuestos y montados, se llevaron a Rávena.




☻ El panel de Justiniano muestra al emperador luciendo los símbolos de su poder: el manto púrpura, la corona imperial y un halo que rodea la cabeza del soberano. El emperador lleva en sus manos una patena de oro que, según el protocolo del momento, era la ofrenda que todo soberano había de realizar al inaugurar una iglesia. Acompaña al emperador la representación de los pilares del imperio: los administradores políticos, a través de tres figuras de cortesanos; la Iglesia, encarnada por un obispo, y el ejército, simbolizado por los soldados armados. Este mosaico escenifica el acto de la consagración de la capilla de San Vital, en el que Justiniano estuvo presente.




☻ El panel de Teodora refleja a la emperatriz en el momento de dirigirse hacia la iglesia, atravesando el patio en el que se aprecia una fuente, y a punto de entrar en el templo. Teodora luce la corona imperial, y ropajes con grandes joyas y piedras preciosas. Al igual que el emperador, va acompañada de un séquito de damas de honor que representan la belleza, la elegancia y la riqueza de la corte de Bizancio. La emperatriz porta un cáliz de oro que, también según el protocolo, las soberanas deben donar al templo en su consagración.



En San Apolinar Nuevo en Rávena se encuentra el interesante mosaico de los Reyes Magos. 


3.2. LA CRISIS INOCOCLASTA.

Durante los siglos VIII y parte del IX una crisis ideológica azotó al pensamiento cristiano en el Imperio Bizantino, la crisis iconoclasta. Por influencia judía y musulmana se plantea la aversión a la representación de la figura humana. Como resultado de esta crisis iconoclasta las únicas representaciones que aparecieron en los templos fueron la cruz desnuda, un trono vacío con las escrituras, los atributos de la Pasión y campos de flores y pájaros.


En el año 843 se estableció como hereje el pensamiento iconoclasta y durante los siglos IX, X y XI se vive una segunda edad de oro de la musivaria bizantina. A partir de este momento los iconos se convierten en la principal forma de manifestación pictórica por encima del mosaico.


En esta etapa se fijó una iconografía conceptual y simbólica que se mantendrá en Bizancio desde el siglo IX hasta el XV, y que se extenderá por Europa Occidental, dando origen a la iconografía románica. Los principales temas se centraron en temáticas bíblicas, de Cristo y de la Virgen, y se aplicaron al mosaico, la eboraria y la pintura.





Pala d'Oro.

En el interior de la Basílica de San Marco de Venecia se encuentra la Pala d'Oro, el retablo situado en el altar mayor elaborado con oro, plata, esmaltes y piedras preciosas. En origen fue elaborada por artesanos de Constantinopla en el siglo X, que representaron la vida del evangelista San Marco y el grupo del Pantocrátor. En los siglos XII y XIII se le añadieron nuevos paneles.

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