domingo, 2 de abril de 2023

UNA PAZ MUY VENTAJOSA.


 

La opinión de los habitantes de la Laguna era unánime, era preferible la soberanía bizantina al sometimiento a los francos. Parece claro que era más cómoda la vigilancia desde lejos de Bizancio, al encorsetado y fastidioso régimen feudal de Carlomagno, que poco iba a contribuir a la prosperidad económica de Venecia. En el año 811 ambos imperios volvieron a hacer las paces. Los bizantinos reconocieron a Carlomagno como emperador y este les devolvía Venecia, Istria y Dalmacia. De esta forma, Venecia siguió siendo bizantina, al menos nominalmente, al tiempo que escapaba de la feudalización carolingia, y las guerras que estallarían en los territorios francos a la muerte de Ludovico Pío, hijo y sucesor de Carlomagno.


Los venecianos, listos y avispados, sabían que debían cuidar su porvenir, velar por su bienestar y asegurar su existencia, por lo que no se llevaron mal con los continuadores de la labor carolingia, más bien al contrario, pusieron en práctica una política de amistad, primero con los herederos de Carlomagno, y más tarde con los emperadores alemanes, que fue aprovechada por medio del comercio.

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