La
acción de Enrico Dándolo y sus tropas durante la Cuarta Cruzada
puso patas arribas el equilibrio de poder en la región balcánica y
significó para Venecia el nacimiento de su imperio marítimo. Los
venecianos habían derrotado a los piratas del Mediterráneo, para
convertirse ellos mismos en piratas y saqueadores, las galeras de
guerra pertrechadas en el Arsenale, con el octogenario dogo Enrico
Dándolo al frente saquearon Bizancio y dejaron al Imperio Romano de
Oriente al borde del colapso definitivo.
Venecia,
a cambio, se había apropiado de la mejor parte del territorio
imperial. Según los términos de su tratado con los cruzados, tenía
derecho a tres octavos de la ciudad y del Imperio, y al libre
comercio en todos los dominios imperiales, de los que tanto Génova
como Pisa habían verse rigurosamente excluída.
Historia
de Venecia.
J.J.
Norwich.
Después
de la aplastante victoria y el sanguinario saqueo a que fue sometida
Constantinopla, la Serenissima se aseguró el control del comercio y
se elevó como una de las potencias más destacadas de su tiempo.
Tras
la caída de Constantinopla, y como fichas de un dominó geopolítico,
fueron cayendo casi todos los territorios de Grecia en manos de los
cruzados, que paradójicamente habían cruzado todo el Mediterráneo
desde el Occidente, para defender el Imperio Cristiano de los
infieles musulmanes.
Dándolo bautizó con la sangre de las víctimas masacradas en Constantinopla el nacimiento del imperio marítimo-colonial veneciano. Como recompensa por los servicios prestados a la Cruzada, la República del León recibió aproximadamente la tercera parte de Constantinopla, incluyendo Santa Sofía (donde acabaría siendo sepultado el dux), el patriarcado de la ciudad, las costas occidentales de la Grecia Continental, el Peloponeso, las islas de Andros y Naxos, Gallípoli y los puertos tracios en el mar de Mármara y Adrianópolis.
Posteriormente se anexionaron Eubea y Creta, que se la compraron al marqués Bonifacio de Montferrato. El control de estos enclaves iba a contribuir decisivamente a la supremacía veneciana en el Mediterráneo Oriental, pues se trataba de zonas estratégicas para dominar el tráfico comercial entre Oriente y Occidente.
Las flotas venecianas llegaron a instalar bases comerciales en las orillas del mar Negro, concretamente en la costa de Crimea. Las puertas de Rusia se abrían de par en par. Esta expansión hacia territorios de la Rus de Kiev permitió a los mercaderes venecianos instalarse en los enclaves más occidentales del comercio asiático, y por lo tanto un privilegiado acceso a los valiosos (y demandados) productos que llegaban desde China a través de la Ruta de la Seda. Esta importantísima ventaja comercial, inexistente para otros estados europeos de la época, fue explotada por los venecianos.
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