lunes, 17 de agosto de 2020

CONVENCIÓN MONTAÑESA (O JACOBINA)




Los jacobinos (sector más exaltado de la burguesía), también llamados montañeses, eran dirigidos por Robespierre e hicieron suyas las demandas de los sectores más populares, alcanzando el poder en junio de 1793. En estos momentos la revolución entra en su fase más extrema.

La igualdad social.
La sociedad está obligada a asegurar la subsistencia de todos sus miembros, ya se procuándoles trabajo, ya sea asegurando los medios de subsistencia a quienes están incapacitados para trabajar. La ayuda a aquellos a los que les falta lo indispensable es una obligación para los que poseen lo superfluo.
Discurso de Robespierre.

Lo primero que hacen los jacobinos (para legitimarse en el poder) es redactar una Constitución, que recoge la idea de soberanía nacional y se establece el sufragio universal masculino. Esta Constitución no llegó a entrar en vigor debido a la situación bélica que estaba viviendo Francia. El poder ejecutivo quedó en manos de un Comité de Salud Pública, formado por doce miembros, de los cuales el más destacado fue Robespierre. En la práctica Robespierre controlará el estado como una verdadera dictadura.

Con el objetivo de satisfacer la demanda de las clases populares (sans – culottes) que estaban participando activamente en todos los acontecimientos revolucionarios, los jacobinos promulgaron toda una serie de leyes sociales: establecen el control de los precios de los productos de primera necesidad (Ley de maximun) y limitan los salarios, procedieron a incautar las cosechas para garantizar el abastecimiento y distribución de bienes de contrarrevolucionarios entre los indigentes. Estas medidas, muy impopulares, provocaron el desarrollo del mercado negro y el establecimiento de racionamiento en algunas ciudades. Otras medidas fueron la supresión del culto religioso y la instauración de un nuevo calendario.

Discurso de Robespierre a la Convención.
El gobierno revolucionario tiene necesidad de una actividad extraordinaria precisamente porque está en guerra [...]
No hay más ciudadanos en la República que los republicanos. Los realistas, los conspiradores, no son por ello más que extranjeros, antes bien, enemigos. La primera máxima de vuestra política tiene que ser conducir al pueblo mediante la razón, y a los enemigos del pueblo mediante el Terror. Si el resorte del gobierno popular durante la paz es la virtud, el resorte del gobierno popular en la revolución es a la vez la virtud y el terror. […].
El Terror no es otra cosa que la justicia pronta, severa, inflexible; por tanto, es una emanación de la virtud […]. Se ha dicho que el Terror era el motor del gobierno despótico […]. El gobierno de la revolución es el despotismo de la libertad contra la tiranía.
18 de Pluvioso, año II
5 de Febrero de 1794.

La época de Robespierre es conocida como “el Terror” por la cantidad de personas que fueron ejecutadas de forma arbitraria acusadas de ir contra la revolución. El Comité de Salud Pública suspendió las libertades y unos tribunales revolucionarios castigaron con prisión o muerte en la guillotina a los que se oponían al gobierno. Para defender la Revolución en el exterior se creo un numeroso ejército formado por ciudadanos, que consiguieron derrotar a las tropas de la coalición antifrancesa.

Decreto sobre sospechosos.
Artículo 1º – Inmediatamente después de la publicación del presente decreto, todos los sospechosos que se encuentren en el territorio de la República y que estén aún en libertad serán puestos en estado de detención.

Artículo 2º – Son reputados sospechosos:

los que por su conducta, por sus relaciones, por sus propósitos o sus escritos, se han mostrado partidarios de la tirarnía o del federalismo y enemigos de la libertad […]

los hasta ahora nobles, comprendidos los maridos, mujeres, padres, madres, hijos e hijas, hermanos o hermanas, y los administradores de emigrados, que no hayan manifestado constantemente su adhesión a la revolución

los que han emigrado desde el 1 de julio de 1789 hasta la publicación del decreto del 30 de marzo de 1792, aunque hayan vuelto a Francia en el plazo fijado por dicho decreto o con anterioridad [..]
17 de Septiembre de 1793.


Llega el Terror

[…] Tiberio declaró enemigos de la República a todos los amigos y partidarios de Sejano en número de treinta mil […]

[…] durante aquellos reinados tan extraña era la muerte natural de un hombre público que se presentaba como un gran acontecimiento, transmitiéndolo el historiador a la memoria de los siglos. En aquel tiempo, si una ciudad se rebelaba al emperador se la reducía a cenizas tras matar a la mayoría de sus ocupantes.

Por entonces había que alegrarse de la muerte de un pariente o de un amigo asesinado por el gobierno si no se quería sufrir la misma suerte. Si alguno obtenía la popularidad era peligroso porque presentaba el nacimiento de un rival para el príncipe. ¿Qué por el contrario alguien rehuía a la gente, evitaba la atención ajena? Algo tramaba, cuidado con él. ¿Era rico? Podía comprar conciencias. Peligroso. ¿Pobres? Buscaban subvertir al régimen para enriquecerse.

Sí, entonces todos eran sospechosos. Si un general perdía en un campo de batalla era un traidor, pero si ganaba había que protegerse de sus posibles ambiciones. Tener un cargo era malo; dimitir de él también. Si alguien era pariente de Agusto podía aspirar al trono; sospechoso. Otros eran traicionados por sus criados.

Cada día el delator hacía su entrada triunfal en el Palacio de los Muertos para obtener riquezas de sus restos. Los tribunales, en lugar de proteger la vida y las propiedades de los ciudadanos, se habían convertido en carnicerías donde lo que se denominaba oficialmente justicia y confiscación era en realidad asesinato y robo.
C.Desmoulins.
Le Viex Cordelier, núm. 3, 15-XII-1793.

Debido a esta brutalidad Robespierre fue perdiendo apoyos, y se produjo el golpe de Estado de Termidor (julio 1794), siendo detenido, juzgado y ejecutado. Se inicia así la reacción termidoriana, con lo que se abre la tercera (y definitiva) fase de la revolución.



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