Userkaf inició la Dinastía V de
la Historia del Egipto Faraónico, y aunque desconocemos los
pormenores de sus siete años de reinado, su legado monumental es
ciertamente significativo. En primer lugar recuperó la pirámide
como tumba, después de la innovación de su predecesor Shepseskaf.
Por otro lado, el logro arquitectónico más trascendental de su
reinado fue la construcción de un templo dedicado exclusivamente al
dio solar Re en Abusir, al norte de Saqqara. Este templo inicia una
moda, pues seis de los siete primeros faraones de la Dinastía V,
construyen templos de este estilo.
Pero mientras que la enorme
pirámide de Necherjet (Zoser) —y las de sus sucesores de la IV
Dinastía— había proyectado una imagen inequívoca del poder
político del rey, Userkaf eligió un camino distinto, subrayando en
cambio el carácter sagrado de su cargo. Aunque su pirámide era un
monumento más bien pequeño (con solo unos cincuenta metros de
altura, constituía la pirámide real de menor tamaño construida
hasta la fecha), se destinaron muchos más recursos a otro monumento
completamente independiente y distinto de la tumba del rey. Era un
templo solar, construido en Abusir, a mitad de camino entre Saqqara y
Giza. A su modo, se trataba de una innovación tan audaz y memorable
como la Pirámide Escalonada. Formado por un recinto amurallado de
piedra con un simbólico montículo en el centro, el monumento de
Userkaf —bautizado como Nejen-Ra, «fortaleza de Ra»— fue
diseñado, sobre todo, para subrayar la relación única del rey con
el dios solar. En el atrio, bajo los rayos del sol, se celebrarían
sacrificios que se consagrarían a Ra en un altar situado frente al
montículo. Si hemos de creer lo que afirman las representaciones
jeroglíficas contemporáneas, es posible incluso que el montículo
estuviera coronado por una percha de madera, para mayor comodidad del
dios solar bajo su forma de halcón. Como correspondía a un
monumento dedicado a la deidad preeminente, el templo solar contaba
con su propia dotación de tierras y personal, y en cuanto
institución era como mínimo tan importante como la real pirámide.
De hecho, las provisiones destinadas al templo funerario del rey a
menudo eran entregadas pasando primero por el templo solar, que
actuaba como una especie de «filtro sagrado», lo cual daba a los
productos utilizados en la celebración del propio culto del rey un
adicional marchamo divino de aprobación.
Los templos solares
construidos por Userkaf y sus sucesores de la V Dinastía
representaban una audaz tentativa de «dar una nueva imagen» a la
realeza egipcia. Incapaz de seguir soportando la carga económica que
representaba construir pirámides colosales, la monarquía tenía que
encontrar una nueva forma de proyectarse y de subrayar su posición
en la cúspide de la sociedad del antiguo Egipto. Y lo hizo alejando
al monarca todavía más de la esfera mortal y vinculándolo más
estrechamente que nunca al reino de lo divino. En las tres primeras
dinastías, la ideología regia había hecho hincapié en la posición
del rey como encarnación terrenal del antiguo dios celeste Horus. En
la IV Dinastía, Dyedefra había dado un paso más al denominarse a
sí mismo «hijo de Ra», añadiendo el dios solar a la red de
vinculaciones reales. Basándose en tales precedentes, Userkaf dio
expresión concreta a su relación con la divinidad solar, y en la
tradición popular posterior sería recordado como el verdadero
descendiente de Ra; una sutil teología en lugar de las toscas
exhibiciones de poder: la psicología había reemplazado a la tiranía
como la herramienta preferida de la propaganda real.
Augue y Caída del Antiguo
Egipto.
Toby Wilkinson.
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