jueves, 2 de abril de 2020

NEOLÍTICO Y PROTOHISTORIA.




A finales del VI milenio a.C. se producen una serie de importantes cambios climáticos en el noreste del continente africano. Un intenso período de lluvias, que dio paso al Neolítico.

Debido a que el hombre se veía forzado a convivir con el prójimo en las aldeas, la independencia de la banda cazadora pronto fue cosa del pasado. Los aldeanos desarrollaron métodos de cooperación con el fin de construir edificios, de organizar la defensa y de cultivar la tierra. En pocas palabras, crearon lo que se ha llamado la civilización (derivada de la palabra latina para «ciudad»).
Isaac Asimov.
Historia de los Egipcios.

El Fayum es uno de los principales yacimientos neolíticos del Bajo Egipto (o región del Delta). Esta cultura de El Fayum (5200 – 4400) se desarrolló en las inmediaciones del lago Birket Qarun (los griegos lo llamaron Moeris). Las gentes que moraban a orillas del citado lago se dedicaban a la pesca y aprovechaban la estación de aguas bajas para cultivar trigo y cebada. Los pobladores de El Fayum llevaban una existencia seminómada, criaban animales, trabajaban la piedra, modelaban cerámica y conocían la cestería. De sus costumbres funerarias lo desconocemos todo, puesto que en el yacimiento no se han hallado zonas de enterramiento. Otras culturas neolíticas fueron las de los oasis de Siwa y Jarga, relacionadas con El Fayum.

[…] esta extensión acuática se denominó lago Moeris, debido a que el historiador y viajero griego Heródoto, que lo visitó hacia el 450 a. C., creyó que era un lago artificial construido por el legendario rey Moeris. Pero no era artificial en absoluto, y la palabra «Moeris» es simplemente un término egipcio para designar «lago». Su existencia era natural, y recordaba los tiempos en que el norte de África era mucho más húmedo. En el lago había hipopótamos y otros animales menores, y durante cinco siglos, entre el 4500 y el 4000 a. C., en sus orillas hubo florecientes aldeas neolíticas. Sin embargo, el lago sufría las consecuencias de la creciente sequía en las tierras que lo rodeaban. A medida que sus aguas descendían y que la vida disminuía, las aldeas establecidas en sus orillas se hicieron menos frecuentes.
Isaac Asimov
Historia de los Egipcios.

Al suroeste del Delta, en Beni Salama, se encuentra el yacimiento de Merimda (5500 – 4350) , donde hay hábitats dispersos, con cabañas ovales, levantas con palos, madera y adobe. Las tumbas se encuentran en el interior del poblado y su ajuar es muy pobre, únicamente unos vasos. Practicaban la ganadería, la pesca y la caza. Hacían cerámica y a menudo la decoraban, fabricaban cuentas, brazaletes, anillos y estatuillas femeninas y de animales. También se ha hallado un modelo de barco y una maza piriforme. Otro yacimiento del Bajo Egipto es El Omarí (4600 - 4400), muy similar al anterior.

El yacimiento neolitico mas relevante de Egipto es el de Merimda, en Beni Salama, que se encuentra al oeste del Delta y en el borde mismo del desierto. Se trata de un enorme poblado que comprende tres fases en su evolucion, fechada en conjunto entre los años 5500 y 4350. La cultura merimdiense es originaria del suroeste asiatico y se relaciona con el Fayum A.
Josep Padró.
Historia del Egipto Faraónico.


Un ídolo, cuya forma es una cabeza, es la escultura más antigua de Egipto y quizás de toda África. Está datada en el V milenio a.C. y está fabricada con terracota. Procede del destacado asentamiento de Merimda.

El Alto Egipto fue ocupado durante el Neolítico. En la región de Tebas destaca el yacimiento de El Tarif (finales VI milenio – finales V milenio), cuyas industrias líticas presentan vínculos con las de la Baja Nubia. La cultura Tasiense, del Neolítico Final, fue una versión local de la cultura Badariense.

En el Egipto Medio se desarrolló el Badariense (finales V milenio hasta 3800), una cultura que se extendió hacia el Sur, e inauguró la Protohistoria. Conoció ya el cobre y el torno del alfarero. En esta zona se han hallado grabados ruprestres de esta época. La disposición de los muertos en las tumbas y el rico ajuar que les acompañaba, confirman la creencia en algún tipo de vida de ultratumba.

La cultura badariense, la primera atestación de agricultura en el Alto Egipto, fue identificada por primera vez en la región de El Badari, cerca de Sohag. Un gran número de, principalmente, pequeños yacimientos cercanos a los poblados de Qau el Kebir, Hammamiya, Mostagedda y Matmar ha proporcionado un total de unas seiscientas tumbas y cuarenta asentamientos pobremente documentados. La posición cronológica de la cultura badariense todavía es objeto de cierto debate. Su posición cronológica relativa respecto a la más moderna cultura Nagada fue establecida hace algún tiempo gracias a la excavación del yacimiento estratificado del norte de Hammamiya, mientras que según varias fechas de termoluminiscencia la cultura puede haber existido ya en torno a 5000 a. C. Sin embargo, sólo se puede confirmar de forma definitiva que se desarrolló en el período situado entre 4400 y 4000 a. C. Se ha sugerido que existió una cultura aún más antigua llamada tasiense.
[…] A pesar de la existencia de algunos asentamientos excavados, la cultura badariense se conoce sobre todo por sus cementerios en el desierto. Todas las tumbas son simples agujeros en el suelo, que a menudo contienen una estera sobre la que se deposita el cuerpo. Por lo general, los cadáveres se encuentran en una posición fetal no demasiado encogida, reposando sobre el costado izquierdo, con la cabeza dirigida hacia el sur y mirando hacia el oeste. No se conocen tumbas de niños de muy corta edad y hay pruebas suficientes para demostrar que en realidad eran enterrados dentro del asentamiento o, más bien, en las zonas de los asentamientos que ya no estaban en uso. El análisis de los ajuares funerarios de las tumbas badarienses demuestra una distribución desigual de la riqueza. Además, las tumbas más ricas tienden a situarse separadas de las demás en una parte concreta del cementerio. Es una indicación evidente de estratificación social, que en este punto de la Prehistoria egipcia todavía parece limitada, pero que se fue volviendo cada vez más importante a lo largo del Período Nagada I, que vino inmediatamente a continuación. El elemento más característico de la cultura badariense es la cerámica que acompaña a los muertos en sus tumbas. Está fabricada a mano con barro del Nilo y, excepto en el caso de los recipientes más delicados, siempre tiene un muy fino desgrasante orgánico. Este desgrasante es muy característico y siempre es más fino que el utilizado para la llamada cerámica grosera del Período Nagada. Los alfareros badarienses no escatimaban esfuerzos a la hora de refinar la arcilla de sus mejores productos y conseguir paredes muy finas, nunca igualadas en ninguno de los períodos subsiguientes de la historia egipcia. Las formas cerámica son sencillas, principalmente copas y cuencos con bordes directos y base redondeada.

[…] Entre otros objetos de la cultura badariense figuran horquillas para el pelo, peines, brazaletes y cuentas de hueso y marfil. El repertorio de paletas de grauvaca para maquillaje se limita en esta época a formas rectangulares alargadas u ovaladas; pero posteriormente se convertirán en un aspecto muy característico de la cultura Nagada, cuando pasen a fabricarse en una gran variedad de formas. Se han encontrado algunas figurillas femeninas de arcilla y de marfil, que varían enormemente de estilo y van desde ejemplares bastante realistas a otros muy estilizados. También conviene mencionar que se encuentra cobre batido en cantidades limitadas.
Stan Hendrickx y Pierre Vermeersch.
Historia del Antiguo Egipto. Oxford. Edición de Ian Shaw.

Más tarde y más al sur, surgió la civilización de Nagada I o Amraciensie (3800 – 3600), se se superpuso al Badariense. De Nagada I son típicas unas estatuillas tallas en hueso o marfil, que presentan simplicidad en las formas, pero precisión en algunos detalles anatómicos.

La segunda gran fase del Período Predinástico —la cultura Nagada— recibe su nombre del yacimiento de Nagada, en el Alto Egipto, donde en 1892 Flinders Petrie descubrió un vasto cementerio de más de tres mil tumbas. Petrie, sorprendido al principio por la inusual naturaleza de estas inhumaciones comparadas con las que se conocían con anterioridad en Egipto, las adscribió erróneamente a un grupo de invasores extranjeros. Se suponía que este grupo había seguido existiendo hasta el final del Reino Antiguo y se sugirió incluso que podía haber sido el responsable de su declive. Los arqueólogos dedicados al Antiguo Egipto se han criado acostumbrados a la arquitectura funeraria monumental; pero los humildes enterramientos de Nagada consisten en poco más que el cuerpo del difunto en posición fetal, envuelto en una piel de animal, en ocasiones cubierto también por una estera y la mayoría de las veces depositado en un sencillo agujero excavado en la arena. Ninguna de las ofrendas funerarias que acompañaban al difunto se correspondían con los rasgos característicos de la cultura faraónica, tal cual se conocía en época de Petrie. Los recipientes de cerámica roja pulida de borde superior negro, paletas zoomorfas de esquisto, peines y horquillas de hueso o marfil, cuchillos de sílex y otros objetos constituían un tipo peculiar de conjunto arqueológico. Jacques de Morgan fue el primero en sugerir que podía tratarse de los restos de una población prehistórica. Entonces Petrie se dispuso a comprobar de forma científica la hipótesis de De Morgan. Al final, tras excavar millares de otras tumbas de yacimientos comparables pudo establecer la primera cronología del Egipto Predinástico. Por lo tanto, Petrie debe ser considerado sin lugar a dudas como el padre de la Prehistoria egipcia.
Béatrix Midant-Reynes.
Historia del Antiguo Egipto. Oxford. Edición de Ian Shaw.

Mientras en el Delta algunas ciudades llegaron a un alto nivel de riqueza como la cultura de Maadi (4000 – 3500 a.C.). Para cerrar el período la cultura de Nagada II o Guerzeense (3600 – 3200) se extendió en el Sur hasta la Segunda Catarata y en el Norte hasta dominar a las culturas del Bajo Egipto. Como hemos visto las culturas que surgen en el Alto y Medio Egipto, se reparten uniformemente por todo el territorio, y durante Nagada II logran la expansión por todo el país del Nilo.

La fase Nagada II se caracteriza sobre todo por la expansión, pues la cultura gerzense se difundió desde su punto de origen en Nagada hacia el norte (Minshat Abu Ornar, en el delta) y hacia el sur (Nubia). Hubo una evidente aceleración de la tendencia funeraria apreciada por primera vez en el Amraciense (Nagada I), con unos pocos individuos enterrados en tumbas más grandes y elaboradas, con unos ajuares funerarios más ricos y abundantes. El Cementerio T de Nagada y la Tumba 100 de Hieracómpolis (llamada la «tumba pintada») son buenos ejemplos de esta generalizada tendencia.

[...]La posible existencia de sacrificios humanos fue planteada por Petrie para Nagada y en Adaima se han identificado dos casos de gargantas cortadas seguidas de decapitación. Si bien son escasas y dispersas, estas posibles pruebas de autosacrificio pueden haber sido un temprano preludio a los sacrificios humanos en masa enterrados en torno a las tumbas reales del Dinástico Temprano en Abydos, que supusieron un punto de inflexión en la aparición de la realeza egipcia del Período Dinástico.
Béatrix Midant-Reynes.
Historia del Antiguo Egipto. Oxford. Edición de Ian Shaw.


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