Deidad suprema del panteón fenicio, por encima incluso del terrible Melkart. De Tiro a Gadir, del Oriente Mediterráneo a las Puertas del Océano, la Madre Ancestral, la Naturaleza y la Vida en toda su extensión, sus devotos practicaron cultos de sangre en su honor. El destino de los hombres está en su poderosa mano, bondadosa y protectora, puede tornarse terrible y destructora. Inanna, Ishtar o Astarté, Venus en el cielo vespertino, ayer diosa venerada en Tartessos, hoy reina indiscutible en la marisma de Huelva.
Museo de Bellas Artes de Viena. |
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