Ni el
voivoda valaco del siglo XV Vlad III el Empalador, ni el célebre
vampiro Conde Drácula creado por Bram Stoker, vivieron en el
Castillo de Bran, enclave de larga historia y uno de los castillos
mejor conservados y más visitados de toda Rumanía.
¿Por qué
esa vinculación entonces con ambos personajes?. Cuando los primeros
turistas llegaron a Rumanía preguntando por el Conde Drácula, el
gobierno dirigido por Nicolae Ceaucescu, pensó que sería una buena
(y lucrativa) idea ofrecer el magnífico castillo de Bran como el
auténtico castillo de Drácula. Por otro lado, no existe referencia
alguna de que el irlandés Bram Stoker se inspirase en ese castillo,
ni en ningún otro de la geografía transilvano-valaca, para
describir la morada infernal de su conde vampiro.
Bran no
deja de ser un pequeño misterio, ya que muchos le siguen llamando el
Castillo de Drácula, a pesar de que no tiene ninguna vinculación
segura con el Empalador, y absolutamente ninguna con el personaje de
ficción de Stoker.
La vaga
conexión remota con Tepes se establece considerando la posibilidad
de que el Empalador se hubiera alojado fugazmente en él durante
algunas de sus incursiones al territorio de Tara Birsei. Aun así
muchos viajeros – y multitud de turistas – siguen convencidos de
que Bran es el auténtico castillo de Drácula. Algo que se comprende
cuando se contempla de cerca la imponente silueta de la fortaleza
que, colgaba de un macizo rocoso surgido de un bosque, eleva sus
torreones y murallas sobre un fondo majestuoso de montañas. Eso le
otorga un perfil misterioso y severo que concuerda con su laberíntico
y sombrío interior, repleto de empinadas escaleras de caracol,
escondrijos fantasmales y cámaras secretas, con retratos antiguos de
voivodas y boyardos que contemplan al visitante con expresión
siniestra.
La
belleza agreste del paisaje, con frecuencia brumoso, que rodea al
castillo y su lóbrega silueta han sido motivos suficientes para
hacer de Bran la morada por antonomasia de Tepes, a pesar de que el
Empalador no debió pisar nunca sus oscuros corredores. Pero se trata
de una construcción impresionante, ajustada a lo que la gente piensa
que debería ser el castillo de Drácula, así que si no é vero é
ben trovato. Además, Bran cae cerca de una ruta turística
importante que pasa por Sibiu y Poiana Brasov, en una de las zonas
más hermosas de los Cárpatos.
Hay quien
piensa que existe otra razón para la aureola draculiana de Bran.
Durante la etapa de Ceaucescu, a los visitantes extranjeros deseosos
de ver un castillo de Drácula se les llevaba a Bran, lo que ha
contribuido a propalar el malentendido. La confusión se alimenta
todos los días por el hecho de que la entrada del castillo se haya
convertido en un zoco polvoriento de souvernirs y chucherías, el
mercadillo sobre Drácula más cutre y frecuentado de Rumanía.
Fernando
Martínez Laínez.
Tras los
pasos de Drácula.
El castillo
está enclavado en un lugar estratégico, el paso de Bran. Conocido
desde época romana, los caballeros teutónicos construyeron una
ciudadelas en el siglo XIII probablemente en el mismo lugar que ocupa
hoy el castillo. La ciudadela fue destruida en sucesivas batallas.
Frente a la
amenaza turca, que ansiaba expandirse por Valaquia, y mantener a raya
a los propios valacos (especialmente después de la batalla del río
Ialomita, 1369), el rey Luis el Grande construyó ciudadelas y
fortalezas en las fronteras del Reino de Hungría. Para asegurar la
defensa de Transilvania, el control y la vigilancia del paso de Bran
era esencial. Consecuentemente, el 19 de noviembre de 1377, el rey
emitió en un castillo de Eslovaquia, el primer documento del
castillo Bran, por el cual la gente de Brasov obtuvo el
privilegio para construir la fortaleza por sus propios poderes y a
su propio coste. Con vistas a
lograr los ingresos necesarios para su construcción, a la ciudadela
se le otorgó el dominio que consistía en villas y las Tierras de
Barsa (Tara Barsei) que comprendían: Zarnesti y Tohan (que
perteneció al dominio de Bran hasta 1395); Budila (separada del
dominio de Bran en 1410), y Baciu, Cernat, Turches y Satulung
(mencionadas en un documento de 1456 como localidades pertenecientes
al dominio); Zizin, Purcareni, Tarlungeni, Crizbav y Apata son
reconocidas como posesiones de Bran, pero no antes de 1500. Los
habitantes de las villas que rodeaban la fortaleza, tenían que
proteger la frontera. La ciudadela era comandada por un castellano o
alcaide, además de ser el capitán de la guarnición, que
inicialmente, consistía en bandidos ingleses y hombres de armas.
Este alcaide también era administrador y tenía la jurisdicción
sobre su población.
Consecuente
con la preparación para el ataque de los turcos, en una reunión
celebrada en Severin entre el rey de hungría y emperador alemán,
Segismundo de Luxemburgo y Mircea el Viejo, príncipe de Valaquia, a
finales de 1406, la ciudadela de Bran pudo ser entregada al voivoda
de Valaquia (Tara Romaneasca). El sucesor de Mircea, Mihail (1418 –
1420), controló el paso de Bran hasta 1419, cuando el rey Segismundo
transfirió los derechos de la ciudadela a la comunidad szekler. Bajo
Janos Hunyadi, la ciudadela de Bran, era gobernada por el voivoda de
Transilvania. En 1498 la ciudadela y el dominio fueron
prometidos a la gente de Brasov. Por una escritura emitida por
Gheorghe Rákoczi II, príncipe de Transilvania (1648 – 1660), el
25 de abril de 1651, la cercana Brasov se convirtió en dueño legal
de la ciudadela de Bran y el dominio.
Con el
inicio del siglo XVIII, la ciudadela perdió su importancia
estratégica y se transformó en un edificio administrativo, así
como residencia del castellano. Hasta 1836, el edificio de aduana
situada debajo del castillo era donde los mercaderes pagaban las
tasas de un 3.3% del valor de los bienes que se movían entre
Valaquia y Transilvania. Después de la revolución de 1848, la
Primavera de los Pueblos, el dominio feudal de Bran fue abolido
(liberalismo triunfante). En 1877 (cien años antes de mi nacimiento)
el castillo fue ocupado por tropas austro-húngaras. Después de un
juicio que se prolongó hasta 1883, el castillo fue devuelto a la
ciudad de Brasov. Desde julio 22, 1888, cuando comenzaron la reforma
del edificio, el castillo fue usado como oficina del Distrito
Forestal de la ciudad de Brasov.
El 1 de
diciembre de 1920 el Concejo Municipal de Brasov donó el castillo a
la reina María, esposa de Fernando I, en reconocimiento a sus
esfuerzos para unificar las diferentes regiones de Rumanía en una
gran nación. El monumento fue renovado y rediseñado por el jefe de
arquitectos de la casa real, Karel Liman, y convertido en la
residencia veraniega del rey Fernando y la reina María. María
abandonó el castillo por deseo de su hijo, la princesa Ileana de
Rumanía, archiduquesa de Austria, quién tomó posesión de la
fortaleza en 1938. Después de la expulsión del rey Miguel I (1927 –
30, 1940 – 1947) de Rumanía, la princesa Ileana y su familia
fueron forzados abandonar su hogar en el castillo por las autoridades
comunistas y exiliarse del país. El castillo fue apropiado por el
estado rumano en 1956, convertido en museo de historia y arte
medieval, y abierto al público en 1957.
El 26 de
mayo de 2006 el castillo de Bran fue restituido por el estado rumano
a los hijos de la princesa Ileana – Dominic, María y Elizabeth –
y desde el 18 de mayo de 2009, está dirigido por una compañía
rumana creada por ellas.
Cámara de
Guardia. La exposición documental incluye la historia del castillo de
Bran, un panel con los retratos de los líderes de Transilvania y de
Tara Romaneasca, quienes jugaron un importante rol en la historia y
en la imagen del Castillo. También fotografías de finales del siglo
XIX y comienzos del XX correspondientes a la reina María y a la
princesa Ileana.
Vestíbulo.
Durante el período de entreguerras se instaló aquí el cuarto de
baño para la Reina María. La exhibición actual incluye distintas
piezas domésticas de los siglos XIX – XX.
Pasadizos
secretos. Todos los castillos medievales (los reales, los literarios,
y no hablemos ya de los cinematográficos) cuentan con pasadizos
secretos, que servían para pasar de una estancia a otra (a una
reunión secreta, al encuentro con el amante) lejos de las miradas
inquisitoriales de familiares y sirvientes. Habitualmente no son ni
localizables ni visitables, pero en Bran pudimos utilizar no de ellos
(lo mejor de toda la visita); una escalera que comunica la primera
planta con la tercera.
La
biblioteca está decorada en un estilo ecléctico, según los gustos
de la reina María.
La loggia se
transformó en comedor veraniego durante el periodo de entreguerras.
Los comensales podían refrescarse aquí con el aire procedente de
las cercanas montañas, y combatir así el tórrido verano
continental.
La terraza
fue construida en el viejo ático de madera durante los trabajos de
restauración acometidos durante los años '20 y '30. Desde aquí se
puede ver el lado sur de la antigua aduana y la vieja carretera
comercial protegida por un muro defensivo. Los centinelas de la
fortaleza podían vigilar el área que se extiende entre los montes
Bucegi y las montañas de Piatra Craiului.
No podía
faltar la réplica del famoso cuadro anónimo de Vlad III, conservado
en el castillo de Ambrass en el Tirol.
Así como
el diablo evita el agua bendita, haga lo propio con el castillo de
Bran (Törzburg), al sur de Brasov. El castillo, levantado en el
siglo XIII por la Orden de Caballeros Teutones y reconstruido por los
ciudadanos de Kronstadt (Brasov), corresponde con tal exactitud al
cliché de los castillos de Drácula que ni siquiera los turistas
norteamericanos lo aceptan como residencia del príncipe Vlad Tepes.
Elguía para extranjeros muestra el dormitorio de Drácula, amueblado
con una voluminosa cama con un dosel rococó que provoca la risa
general; el filme y la realidad se superponen.
Ralf Peter
Martin.
Los Drácula.
Vlad Tepes,
el Empalador y sus antepasados.
Ni de lejos
es este el castillo más hermoso que hayan visto mis ojos. Demasiada
gente. Una prostitución de la historia al servicio del señor
supremo: el dinero. Demasiada gente subiendo por las escaleras a la
caza del vampiro. No se si entre los conocimientos de Van Helsing
estaba la historia medieval de los Balcanes. Si es así, el reputado
erudito neerlandés sabía de sobra que Rumanía puede presumir de
príncipes y caudillos medievales más valiosos que Vlad III: Basarab
I, Mircea cel Batran, Stefan cel Mare, Janos Hunyadi, superaron con
creces las habilidades políticas y militares de Drácula. No
obstante Vlad Tepes tuvo que medirse con un fantástico adversario:
Mehmet II.
De la roca
emerge la fortaleza (mucha fama y pocas nueces). Los alrededores del
castillo convertidos en un lucrativo parque de atracciones. En las
salas es omnipresente la figura de la reina María (turbadoramente
hermosa en todos los sentidos). Nada hay aquí del famoso Empalador,
pero llegó a ser – por deseo expreso del conducator Ceaucescu –
el castillo oficial del Conde Drácula. La historia convertida en una
pantomima. Cientos de visitantes deambulan, cámara en mano, como
zombies descerebrados (yo mismo entre ellos), por las interesantes
dependencias del castillo.
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