Para los egiptólogos del siglo
XX establecer una cronología absoluta del Egipto Faraónico fue una
tarea complicada. La diversidad de las fuentes y la falta de un
documento con una cronoligía exacta dificultan el cometido. Los
arqueólogos que han trabajado en este campo han utilizado métodos
científicos, el radiocarbono, la termoluminiscencia o el
uranio-torio para conocer (o acercarse) a una fecha absoluta.
Los egipcios se regían para el
día a día por el reinado del faraón que gobernaba, al estilo de
Día tres del segundo mes de peret (una estación del año) en el
año tercero de Tutmosis III. El año comenzaba con la inundación
del Nilo y con la salida de la estrella Sirio. Dividían el año en
doce meses de 30 días, más cinco días que se añadían. No
supieron corregir el desfase que se producía y que aumentaba poco a
poco, lo que les creó confusión. Según la mitología, cada vez que
un soberano subía al trono, el dios Tot anotaba su nombre y los años
de su reinado en las hojas del árbol persea que crecía en el más
allá.
Entre los documentos de los que
disponemos para elaborar una cronología egipcia ocupa un lugar
destacado Manetón, un sacerdote que vivió en tiempos de Ptolomeo II
y que escribió una Historia de Egipto. Sin embargo esta obra no ha
llegado entera y se conoce a través de citas de otros autores. La
piedra de Palermo, la lista de Abido y el Canon Real de Turín son
otros documentos interesantes.
No es este el único documento
con un contenido tan valioso, existen otros dos además de las
llamadas Listas de Manetón, que son el Papiro de Turín, de un autor
desconocido en tiempos de Ramses II, y la Piedra de Palermo. Estas
tres crónicas son toda la documentación objetiva de la que
disponemos para resolver el enigma del origen de Egipto, y las tres
arrojan una gran cantidad de dudas sobre lo que pudo acontecer en el
país del Nilo, pues todas se remontan a un tiempo antiquísimo donde
los dioses reinaban sobre la faz de la Tierra. Sea leyenda o una
forma metafórica de explicar la realidad, en ellos se habla de los
Semsu Hor, los hijos de Horus, el dios con cabeza de halcón, como
los antiguos gobernantes de Egipto. Mucha es la polémica que hay
sobre estos textos, ya que entre otros detalles remontan la historia
de los faraones a un tiempo mucho más lejano del que acepta la
egiptología oficial. Sin embargo, por encima de luchas científicas
son, nos guste o no, los únicos documentos que tenemos para
comprender un pasado oscuro.
Juan Jesús Vallejo.
Breve Historia del Antiguo
Egipto.
La Piedra de Palermo ofrece datos
del reinado de los farones tinitas y de los del Imperio Antiguo,
desde Menes hasta Niuserre. La lista de Abido es una enumeración de
faraones desde Menes hasta Seti I, que la mandó inscribir. No
obstante, está incompleta. El más completo de esos documentos es el
Canon Real de Turín, un papiro de la época de Ramsés II e incluye
el nombre de los faraones con su año de reinado desde Menes. La
combinación de los métodos científicos y de las listas ha
permitido establecer una cronología fiable de la historia del
Antiguo Egipto.
Tradicionalmente la historia del
Egipto faraónico se ha divido en XXX dinastías organizadas en tres
grandes etapas – Imperios Antiguo, Medio y Nuevo – en tres
períodos intermedios (posteriores al Imperio Antiguo y Medio) y la
Baja Época (que se corresponde con épocas de dominación
extranjera).
La base de la historia de
cualquier pueblo son los restos arqueológicos, los epigráficos
(inscripciones en piedras duras) y las obras literarias que se
conservan. Todos estos materiales aportan datos, a veces
contradictorios, que los historiadores deben analizar y desentrañar
pacientemente, en una labor que a veces dura generaciones enteras.
Por lo que se refiere a Egipto, la dificultad es mayor debido a que
la lengua de esta civilización se ha perdido y la lectura de las
inscripciones jeroglíficas ha sido muy complicada. Lo que se ha
podido leer hasta el momento es difícil de interpretar, está lleno
de misterio – como suele suceder con las inscripciones religiosas –
e, incluso, es terriblemente parcial cuando se trata de relatos
autobiográficos o históricos. Por ello, hay que acercarse a todas
estas informaciones con una extraordinaria prudencia, pudiendo darse
la paradoja de considerar al egipcio como un pueblo sólo preocupado
por la muerte, dirigido por soberanos siempre victoriosos y que vivía
en un país en el que no existían problemas.
Según se incluya o no la
época romana, la historia política de Egipto se divide en diez u
onces etapas sobre las cuales se suele hacer su estudio; época
protodinástica o anterior a las dinastías – denominada también
Tinita, por el nombre de su capital, Tinis – ; Reino Antiguo:
dinastías III, IV, V y VI; Primer Período Intermedio: dinastías
VII, VIII, IX y X; Reino Medio: dinastías XI y XII; Segundo Período
Intermedio: dinastías XIII, XIV, XV, XVI y XVII; Reino Nuevo:
dinastías XVIII, XIX y XX; Tercer Período Intermedio: dinastías
XXI, XXII y XXIII; Baja Época: dinastías XXIV a XXX; época
helenística: dinastía lágida o ptolemaica; y por último, Egipto
como provincia romana.
Ana María Vázquez
Antiguo Egipto.
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