lunes, 30 de diciembre de 2019

ESENCIA RECUPERADA (O REINVENTADA).




Entre los dudosos logros del capitalismo se encuentra la uniformidad de las formas arquitectónicas, el mismo modelo urbano podemos encontrarlo en Uruguay, China, Rusia o Alemania. La personlidad (y la esencia) de pueblos y ciudades se detuvo en el siglo XIX. Las fábricas y la industria primero, los residenciales y centros comerciales (y de ocio) después, implantaron una forma de organizar el espacio urbano exportada, sin contemplaciones, a los cincos continentes.


Ahora, en los albores del Tercer Milenio, muchas poblaciones europeas (alejadas de circuitos comerciales y situadas en la periferia industrial) intentan conservar y restaurar esas señas de identidad que se fraguaron entre finales del siglo III y principios de la Era Industrial, esa larga Edad Media de la que hablaba el medievalista francés Jacques Le Goff.


Las urbes costeras y situadas en la llanura crecieron como Cabeza de Goliat, y es en las regiones más apartadas, aisladas e inaccesibles donde perduró esa esencia. En los tiempos que corren son tomadas como modelos auténticos de lo que debe ser Baviera, Bretaña, Andalucía o Transilvania. No obstante un peligroso enemigo las acecha y amenaza; el implacable turismo de masas.


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