viernes, 25 de octubre de 2019

CENTROS DE REUNIÓN SOCIAL: IGLESIA, CASTILLO, MOLINO Y TABERNA.



A la hora de estudiar la sociedad medieval es necesario mencionar la importancia de las relaciones que se establecen en ciertos centros de la vida social, muy vinculados con la estructura de las clases sociales y la diversidad de los géneros de vida.

La iglesia – o parroquia rural – animada por el clero secular, es el centro de la vida espiritual, un lugar de asamblea cotidiana y de celebración de las festividades religiosas, donde van tomando forma mentalidades y sensibilidades. Sus campanas, además, dan la voz de alarma y organizan los ritmos vitales.

El castillo – símbolo del poder feudal – los señores y la sociedad castrense en general, tienen su punto de encuentro en los castillos. Allí se agrupan jóvenes hijos de vasallos enviados allí para servir al señor y llevar a cabo su aprendizaje militar, trovadores, juglares y bufones, los domésticos señoriales y toda una tropa de criados y sirvientes de todo pelaje.

El molino es el centro de reunión de las masas populares en el campo. Lugar al que el campesino ha de llevar el trigo, hacer cola hasta llegar a su turno y esperar después su harina. Centro idóneo para entablar relaciones y conversaciones, comentar cuitas y chismorreos, y fraguar revueltas campesinas.

La taberna es el gran centro de reunión social en la aldea– como sigue ocurriendo en la actualidad – y en la ciudad. Allí acude el gentío a beber vino o cerveza, a jugar a los dados, conversar y divertirse, tanto habitantes locales como visitantes foráneos, pues también cumple funciones de albergue para los viajeros. En ocasiones el tabernero es además prestamista. Por todo ello la taberna es un nudo esencial en la red de relaciones sociales: se difunden noticias, leyendas, surgen las leyendas y se forjan las mentalidades.


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