jueves, 26 de septiembre de 2019

SIJILMASA, CIUDAD DE CARAVANAS.




A los pies del desierto las ruinas de una antigua próspera ciudad comercial. Lo que ayer fueron opulentos edificios hoy son muros derruídos. Unas pocas ruinas cubiertas de arena, pasan desapercibidas para las miradas despistadas. La fina arena del desierto sepultó su prosperidad y grandeza. Viejas ruinas cubiertas de arena son visibles desde la carretera. Se trata de la antigua Sijilmasa, una enclave caravanero en el sur de Marruecos. Situada en los límites del Sahara, Sijilmasa fue durante siglo el centro del trafico del oro que procedía de más allá del desierto. Por aquí pasaba la más destacada ruta del oro.


Los camelleros que cruzaban el Sahara encontraban un lugar de descanso y reposo en la vieja Sijilmasa. Este era el punto de partida de las caravanas que cruzaban el indómito desierto del Sahara en busca de la sal del desierto y del oro del África más profunda. Las legendarias ciudades de Gao, Tombuctú y Walata eran su destino más lejano. Aquí se refinaba el oro africano antes de llegar a Europa.


Un asentamiento bereber convertido en destacado puesto comercial y centro caravanero. Después de repostar en Sijilmasa las caravanas se adentran en las gargantas del Ziz en direeción a los grandes mercados del norte situados en Fez, Meknes o Marrakech. La situación privilegiada hizo que la historia de Sijilmasa fuera intensa y convulsa; guerras, saqueos, destrucciones, también negocios turbios e incontables riquezas. De aquí partieron los miembros de la familia alauita para convertirse en los reyes del país.


En el siglo XVI el viajero León el Africano escribió: Sidjilmassa era una ciudad muy civilizada, edificada con buenas casas, y con sus habitantes ricos por el comercio que mantenían con el país de los negros . . . Actualmente está por completo en ruinas y, como he dicho, las gentes se limitan a habitar en casbas y están diseminadas por el territorio.


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