viernes, 9 de agosto de 2019

LAS LAGUNAS DE RUIDERA.




Las más conocidas de las lagunas manchegas son tal vez las de Ruidera, así bautizadas por el ruido del agua al caer en cascada de una en otra y que deben su origen a hundimientos del terreno. (Fauna Ibérica y Europea. Félix Rodríguez de la Fuente. Salvat).


Entre las provincias de Ciudar Real y Albacete se extiende el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, creado en el año 1979. Este complejo natural está formado por el embalse de Peñarroya (junto al castillo medieval del mismo nombre) y un total de dieciséis lagunas escalonadas y conectadas entre sí por cascadas, corrientes subterráneas y torrenteras, encajadas en el Valle del Alto Guadiana. Este oasis lacustre contrasta con la extrema aridez del paisaje que lo rodea. Un entorno de matorral y monte bajo, típico del bosque mediterráneo, en el que conviven las aves esteparias y las acuáticas, en un enclave único de la Península Ibérica.


Don Quijote, el caballero andante de nuestro Siglo de Oro, llegó hasta este paraje y penetró en la cueva de Montesinos. Allí, bajo tierra, escuchó la triste leyenda de las lagunas de Ruidera: 


[…] y, por más señas, primo de mi alma, en el primero lugar que topé, saliendo de Roncesvalles, eché un poco de sal en vuestro corazón, porque no oliese mal, y fuese, si no fresco, a lo menos amojamado, a la presencia de la señora Belerma; la cual, con vos, y conmigo, y con Guadiana, vuestro escudero, y con la dueña Ruidera y sus siete hijas y dos sobrinas, y con otros muchos de vuestros conocidos y amigos, nos tiene aquí encantados el sabio Merlín ha muchos años; y, aunque pasan de quinientos, no se ha muerto ninguno de nosotros: solamente faltan Ruidera y sus hijas y sobrinas, las cuales llorando, por compasión que debió de tener Merlín dellas, las convirtió en otras tantas lagunas, que ahora, en el mundo de los vivos y en la provincia de la Mancha, las llaman las lagunas de Ruidera; las siete son de los reyes de España, y las dos sobrinas, de los caballeros de una orden santísima, que llaman de San Juan. Guadiana, vuestro escudero, plañendo asimesmo vuestra desgracia, fue convertido en un río llamado de su mesmo nombre; el cual, cuando llegó a la superficie de la tierra y vio el sol del otro cielo, fue tanto el pesar que sintió de ver que os dejaba, que se sumergió en las entrañas de la tierra; pero, como no es posible dejar de acudir a su natural corriente, de cuando en cuando sale y se muestra donde el sol y las gentes le vean. Vanle administrando de sus aguas las referidas lagunas, con las cuales y con otras muchas que se llegan, entra pomposo y grande en Portugal. (Segunda Parte. Capítulo XXIII).


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