miércoles, 30 de enero de 2019

RELACIONES INTERNACIONALES: EL EQUILIBRIO EUROPEO.




 Después de la Guerra de Sucesión Española (1701 – 1714), la paz firmada en Utrecht estableció un nuevo orden internacional, caracterizado por el equilibrio, que había de durar un siglo.

Inglaterra consiguió reforzar su poderío marítimo y colonial, y logró imponer un principio de equilibrio continental, según el cual ningún estado debía ejercer la hegemonía sobre el resto (en su fuero interno, Inglaterra se reservaba ese papel para sí misma) en el continente y los estados debían equilibrarse mutuamente.

España perdió todas sus posesiones europeas y su monarca Felipe V renunció a sus derechos al trono francés. De esta forma se hacía imposible una eventual unión de ambas coronas. Una circunstancia que tranquilizaba a los inquietos vecinos.

A la tradicional rivalidad entre Inglaterra y Francia se suma ahora la de Austria y Prusia. Suecia y el Imperio Otomano fueron perdiendo importancia entre las potencias europeas. Polonia se llevó la peor parte, y quedó fragmentada y repartida entre Austria, Prusia y Rusia.

Siguiendo con Rusia, Pedro I y Catalina II consiguieron incorpor al Imperio Rusa plenamente en la política europea.

Como hemos visto esta centuria se caracterizó por un equilibrio de fuerzas entre las potencias europeas, ninguna conseguía dominar con claridad al resto. Las rivalidades y las ansias de poder desmbocaron en varios conflictos bélicos. Estas guerras fueron el resultado de una doble rivalidad, la pugna entre Austria y Prusia por controlar el espacio alemán, y el enfrentamiento entre Francia y Gran Bretaña en sus colonias de ultramar. La Guerra de Sucesión de Austria y la Guerra de los Siete Años fueron los conflictos más importantes de ese siglo XVIII.

  • La Guerra de Sucesión de Austria (1740 – 1748) enfrentó a María Teresa de Austria con Federico II de Prusia. Francia y España se aliaron con Prusia, mientras que Gran Bretaña y Saboya ayudaron a Austria. La paza de Aquisgrán (1748) puso fin a la guerra, Prusia obtuvo de Austria el territorio de Silesia y María Teresa el reconocimiento como reina de los territorios austríacos de los Habsburgo.
  • La Guerra de los Siete Años (1756 – 1763) enfrentó a Gran Bretaña y a Francia (con sus respectivos aliados) por el control del comercio colonial, una actividad que proporcionaba enormes ganancias. Ambas potencias se enfrentaron en suelo europeo y también en las colonias que poseían tanto en América como en Asia. La Paz de París puso final al conflicto. Francia tuvo que ceder a Gran Bretaña los territorios de Canadá y muchos de sus enclaves comerciales de la India. Estos acuerdos marcaron el comienzo del declive Francés y el inicio de la enorme expansión británica.

Hacia 1770 la situación internacional se caracterizaba por la existencia de una potencia hegemónica en el mar, Gran Bretaña, y tres potencias continentales que luchaban por la supremacia: Francia, Austria y Prusia.




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