domingo, 13 de enero de 2019

DIGESTIONES.



Potosí, Guanajuato y Zacatecas comían indios. Ouro Preto comía negros. En suelo español, rebotaba la plata que venía del trabajo forzado de los indios de América. En Sevilla, la plata estaba de paso. Iba a parar a la panza de los banqueros flamencos, alemanes y genoveses, y de los mercaderes florentinos, ingleses y franceses, que tenían hipotecada la corona española y todos sus ingresos. Sin la plata de Bolivia y de México, puente de plata que atravesó la mar, ¿habría podido Europa ser Europa? En suelo portugués, rebotaba el oro que venía del trabajo esclavo en Brasil. En Lisboa, el oro estaba de paso. Iba a parar a la panza de los banqueros y los mercaderes británicos, acreedores del reino, que tenían hipotecada la corona portuguesa y todos sus ingresos. Sin el oro de Brasil, puente de oro que atravesó la mar, ¿habría sido posible la revolución industrial en Inglaterra? Y sin la compra y venta de negros, ¿habría sido Liverpool el puerto más importante del mundo y la empresa Lloyd's la reina de los seguros? Sin los capitales del tráfico negrero, ¿quién hubiera financiado la máquina de vapor de James Watt? ¿En qué hornos se hubieran fabricado los cañones de George Washington?

Eduardo Galeano. 
Espejos. Una historia casi universal.

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