Hubo un tiempo, no tan lejano, en que los hospitales eran auténticas obras de arte, y estaban situados próximos al centro urbano, cerca de la gente. En la última centuria los centros hospitalarios han ganado funcionalidad a medida que se han ido desplazando hacia la periferia. Paseando por los cascos históricos de nuestras ciudades aún podemos maravillarnos con algunos de estos edificios.
El Hospital de la Santa Cruz de Toledo, hoy sede de un interesante museo arqueológico, ocupa el centro de un enorme complejo palaciego que incluía antiguamente la residencia real. Este lugar ha sido centro del poder en Toledo desde época romana hasta los Reyes Católicos que lo segregaron en la forma que persiste en la actualidad.
Esta institución hospitalaria nació como iniciativa del cardenal Pedro González de Mendoza que quiso fundar una casa para recoger, criar y educar a los niños huérfanos. La propia reina Isabel la Católica tomó bajo su protección este proyecto.
Las obras se realizaron en 1504 y 1514 según el proyecto arquitectónico de los hermanos Enrique y Antón Egas. Estamos ante uno de los primeros ejemplos del arte plateresco, un estilo de transición entre el gótico final y el Renacimiento.
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