Se cuenta que hacia el año
1450 un alemán, Johannes Gutenberg, inventó la imprenta, comenzando
una auténtica revolución cultural. Veinte años más tardes, hacia
1470, encontramos trabajando en la ciudad de Burgos a Fadrique de
Basilea un afamado impresor.
En la cuesta del Azogue, cerca
de la maravilloso catedral de Santa María, una placa recuerda el
lugar exacto donde se encontraba su taller, del que salió la primera
edición de una obra universal, La Celestina – o tragicomedia de
Calisto y Melibea – atribuida al dramaturgo Fernando de Rojas.
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