El
Cretácico (145 – 65 millones de años) es el tercer (y último)
período del Mesozoico y también el más largo, pues ocupa
prácticamente la mitad de la era. El final del cretácico define la
frontera entre las eras mesozoica y cenozoica. Menos famoso que el
Jurásico, el Cretácico fue un período crucial en la historia
geológica de nuestro planeta.
A
lo largo de este período Pangea, el supercontinente, completó su
fragmentación en los continentes actuales, aunque sus posiciones en
el globo difieren a las que tienen hoy día. De Gondwana se fueron
desgajando Australia, Antártida y América del Sur. El resto del
continente estaba constituido por África y el bloque del que
posteriormente se separaron la India y Madagascar. Tanto movimiento
de tierras provocaron el surgimiento de grandes cadenas montañosas
submarinas y la elevación del nivel del mar. Por otro lado, el mar
de Tethys conectaba los dos grandes océanos.
Al
período Cretácico pertenecen los dinosaurios más conocidos, los
populares triceratops y tiranosaurus rex, herbívoros y carnívoros,
predominantes en todos los ecosistemas del planeta, y que alcanzan
ahora su mayor diversidad.
En
estos cuantos millones de años surgen las plantas angiospermas, que
aún eran primitivas y muy escasas. La enorme diversificación de los
insectos está relacionada con la expansión de estas plantas. A
finales del período la flora había adoptado una apariencia moderna
e incluía muchos de los géneros actuales de árboles, como aquellos
a los que pertenecen robles, hayas y arces.
En
los mares nadan tiburones similares a los que pueblan nuestros
océanos y los ammonites siguen disfrutando de gran apogeo.
El
acontecimiento más destacado – quizás el más recordado, pero no
el más importante – fue precisamente aquel que marcó su trágico
final, un asteroide impactó contra la Tierra, causó un gran cambio
climático y provocó una extinción masiva dinosaurios; dinosaurios,
reptiles voladores y marinos, ammonites . . . dejaron de existir para
siempre.
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