Obispo de Sevilla,
hermano del ilustre San Isidoro, Leandro se relacionó profundamente
(y de forma decisiva para ellos) con los hijos del rey visigodo
Leovigildo; Hermenegildo y Recaredo.
A Hermenegildo lo azuzó
contra su padre, convencido arriano, en una fracasada rebelión. A
Recaredo lo instruyó en el Credo de Nicea y lo condujo amablemente a
la causas católica. Una conversión que se materializó en el III
Concilio de Toledo en el 589.
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