Alfonso X pasa por ser
uno de los reyes medievales más conocidos (al menos su nombre) de la
turbulenta historia de España. Conocido como “el Sabio” su
faceta cultural superó con creces su obra política. Hijo de
Fernando III y de Beatriz de Suabia, se casó con Violante de Aragón,
la hija de Jaime I y de Violante de Hungría.
Siendo aún infante, el
joven Alfonso arrebató Cartagena a los moros y colaboró con su
padre en la conquista de Sevilla. Cuando murió Fernando, el nuevo
rey continuó las campañas por el Valle del Guadalquivir, tomando
Jerez, Cádiz y el Puerto de Santa María, consolidando el dominio de
las tierras Béticas conquistando Niebla. A continuación puso en
marcha el proceso de repoblación. Tras la conquista del Puerto fundó
la orden militar y naval de Santa María de España. Más tarde, y
con la inestimable colaboración de su suegro “el Conquistador”
incorporó Murcia a su corona.
Ningún rey de las
España había heredado un territorio tan vasto como Alfonso, casi
dos tercios del total de la península estuvieron bajo su dominio. A
pesar del empeño su obra política no estuvo a la altura de la de su
padre, en parte por falta de apoyo interno, pues varios sectores de
la nobleza se rebelaron. En el terreno económico y social Alfonso X
otorgó una base legal al Honrado Concejo de la Mesta.
Inspirado en la vida de
Alejandro Magno Alfonso alegó derechos al trono imperial como hijo
de Beatriz de Suabia y tras una dura (y costosa) campaña de
propaganda consiguió los votos suficientes para convertirse en Rey
de Romanos. De todas formas la Senta Sede no lo tenía muy claro, y
Alfonso X nunca llegó a ser coronado.
La residencia del rey se
convirtió prácticamente en una academia, y consiguió la
colaboracion de sabios y eruditos, cristianos, judíos y musulmanes,
y con este equipo multidisciplinar, elaboró obras de carácter
histórico, literario y científico, entre ellas las Siete Partidas,
la Storia General, las Tablas Astronómicas y las Cantigas. Además
tomó la decisión definitiva de convertir la lengua castellana en
el idioma oficial. La cultura fue su gran obra y legado.
Apesadumbrado por las
luchas fratricidas que se apoderaron de Castilla, con sus hijos
Sancho y su nieto Fernando guerreando por sucederle, un deprimido
Alfonso se retiró a Sevilla donde vivió sus últimos días.
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