En el baile interminable
de príncipes valacos del siglo XV, cuando uno de ellos era
defenestrado mientras el siguiente aguardaba en el umbral de la
puerta de entrada, Vladislav II (con una pizca de fortuna) fue capaz
de mantenerse en el poder durante una década (1447 – 1456). Es
cierto que durante esos años los turcos estaban ocupados en la
conquista de Constantinopla y su padrino, Janos Hunyadi, disfrutaba
de las más altas cotas de poder de su carrera.
Vladislav II era el
nieto de Dan II, y el capitán de Transilvania (y regente de Hungría)
Janos Hunyadi, lo promocionó como príncipe de Valaquia en
detrimento de Vlad II el Dragón. Según Ralf Peter Märtin “Con
Vladislav II, Hunyadi tenía un príncipe conforme a sus deseos”.
Con el beneplácito del húngaro los hombres de Vladislav II
asesinaron a Vlad II y a su hijo mayor Mircea. Sin embargo otros
estudios sugieren que fueron los turcos los que ayudaro a Vladislav
II a alcanzar el trono.
A pesar del apoyo
recibido, las relaciones con Hunyadi nunca fueron buenas del todo.
Ambos paladines porfiaron constantemente por la posesión de Fagaras
y también surgieron graves diferencias entre ellos en relación a
los comerciantes sajones de Transilvania.
En 1456 con otomanos y
húngaros enfrascados en el asedio de Belgrado, Vlad III aprovechó
para hacer una incursión en Valaquia y asesinar a Vladislav. Con
esta acción “el Empalador” mataba dos pájaros de un tiro:
vengaba a su padre y se convertía en príncipe de Valaquia.
Vladislav II fundó el
famoso monasterio de Snagov, aunque no fue enterrado allí, sino en
la iglesia del monasterio de Dealu, muy cerca de la corte de
Tirgoviste.
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