lunes, 25 de abril de 2016

MEDINACELI UNA VILLA EN EL CIELO.



Como un ojo que vigila desde el cielo, el arco romano de Ocilis escudriña el Valle de Arbujuelo que se abre a los pies de la ciudad y que se pierde en el horizonte. Desde el cielo de Soria, Medinaceli, imponente villa medieval que aún conserva parte de su traza romana, se enseñorea de los Campos de Castilla. Tierras de historia y leyendas, el Cid Campeador paseó por aquí pendones antes de dirigirlos a la victoria.


En la villa quedan vestigios de la ocupación humana durante la época celtibérica. Las legiones romanas la utilizaron como campamento en su camino hacia la inexpugnable Numancia y una vez pacificada la región construyeron aquí una pequeña ciudad. Los árabes convirtieron Medinaceli en la plaza más destacada de la línea defensiva del Duero. Se cuenta que por aquí está enterrado el severo caudillo militar Almanzor. Tras la conquista cristiana pasó de Señorío y Condado (1370) hasta que los Reyes Católicos le otorgan el título de Ducado.


Típica plaza castellana porticada, remedo meseteño del ágora griega.


Plaza fuerte en la frontera del Duero, una ciudad en el cielo, asomarse al lugar donde terminan sus calles causa vértigo. Medinaceli vive al borde de un precipicio, un abismo atemporal, una villa donde el tiempo se detuvo (y a no ser por algunos hostales y restaurantes) allá en las alturas, se negó a entrar en el siglo XXI. Centenarios edificios que resisten a hostiles vientos, y una colegiata, que se acerca más que ningún otro templo cristiano, a la morada celestial. Desde una vertiginosa altura vigila las rutas que unen la Meseta Norte con la Meseta Sur. Y además cuenta con la protección de los arcángeles de los cielos.




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