Nuestros
antepasados dejaron una serie de señales que se tornan misteriosas e
indescifrables para nosotros, que desconocemos totalmente sus
códigos. Aunque se conoce como Ídolo de Corao, no se trata de un
ídolo o deidad, sino un ortostato que formaba parte del dolmen de
Mián, en Cangas de Onís, hoy desaparecido, represente el arte
megalítico que se practicaba en el interior de estas estructuras
pétreas.
El
rostro que hoy podemos contemplar, se ha creado a partir de algunos
añadidos recientes, como los trazos que forman la nariz.
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