jueves, 29 de enero de 2015

SANCHO GARCÉS IV "EL DE PEÑALÉN"



En pleno campo de batalla, con el cadáver de su padre aún caliente, con tan sólo 14 años, era coronado rey de Pamplona-Navarra, Sancho Garcés IV, tristemente conocido como el de Peñalén.

Sancho Garcés IV acompañó a su padre García Sánchez III el día de su muerte en la batalla de Atapuerca (1054), pero el vencedor, su tío Fernando I, aceptó sin condición alguna la proclamación como rey y sucesor de García el de Nájera. El joven rey Sancho contó con la desinteresada y fraternal ayuda de su madre Estefanía durante los primeros años de gobierno.


Al igual que su padre, sus tíos y sus primos, Sancho tuvo que luchar por cada palmo de tierra incluido en el famoso testamento de su abuelo Sancho III el Mayor . De todos los conflictos en los que se vio envuelto, quizá sea el más afamado "la Guerra de los Tres Sanchos" (1065 - 1067). El rey navarro, aliado de su primo Sancho Ramírez de Aragón, se enfrentó a otro primo Sancho, Sancho II de Castilla, que había penetrado en tierras navarras. Aunque no tengamos hoy día muy claros los resultados de aquellas contiendas, lo cierto es que Sancho, el castellano, volvió a su reino sin lograr su objetivo.


Objeto de una conjura perpetrada por sus hermanos, Sancho fue asesinado durante una cacería en 1076. Su hermano Ramón lo precipitó al vacío por un barranco de Peñalén, de ahí su desgraciado mote. 


Esta conjura y vil asesinato provocó que Navarra perdiese su independencia. Sus vecinos y rivales, como aves de carroña ávidas de carne muerta, se abalanzaron sobre los despojos de un reino descabezado y aprovecharon la coyuntura para repartirselo; Alfonso VI de León (especialista en asesinatos oportunistas) ocupó La Rioja, y Sancho Ramírez, otrora compañero de armas del asesinado rey, apoyado por parte de la nobleza se proclamó rey de Navarra. Desde este momento y hasta la muerte de Alfonso I el Batallador, Navarra estaría vinculada a la corona aragonesa. ¿Quién estuvo detrás del regicidio? No resulta demasiado complicado imaginarlo.  


Sancho Garcés IV, el desgraciado rey que murió víctima de la más rastrera de las traiciones, descansa junto a su padre en el Monasterio de Santa María la Real de Nájera.

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