miércoles, 10 de septiembre de 2014

CASTILLO DE PEÑÍSCOLA.



El castillo de Peñíscola fue sede de los Caballeros Templarios y refugio del desafortunado Papa Luna. Por este último motivo es conocido como el Castillo del Papa Luna.


La fortaleza se ubica en la zona más elevada del peñón donde se asienta la antigua ciudad de Peñíscola, y comparte con el Vaticano y Avignon haber sido Sede Papal. Alcanza los 64 metros sobre el nivel del mar, tiene una altura media de 20 metros y un perímetro total de 230 metros. El castillo se encuentra unido al continente por una estrecha lengua de tierra, y por tanto, en ocasiones, se convierte en una auténtica isla invulnerable.


La fortaleza en cuestión comenzó a construirse en 1294, sobre una antigua construcción árabe y se finalizó en 1307. Se cuenta que los templarios la edificaron a imagen y semejanza de los castillos de Tierra Santa. En cuanto a la alcazaba árabe, y a pesar de las alusiones en documentos de la época, es muy poco lo que se sabe de ella y menos todavía, los restos que se han encontrado.


Antes de a los templarios, la plaza perteneció a Jaime I, conquistador de la ciudad, y a Guillem de Montcada.


En 1319, motivada por la disolución del Temple, el castillo pasó a manos de la Orden de Montesa de Aragón, que procedió a su ampliación. El maestre de dicha orden estableció aquí su residencia. 


Pero quizás el personaje que más ha contribuido a la fama del castillo fue el Papa Luna. Último representante del Cisma de Avignon, y natural de la Corona de Aragón, don Pedro Martínez de Luna, papa con el nombre de Benedicto XIII, tuvo que refugiarse en Peñíscola, donde después de haber sido declarado antipapa, vivió los últimos años de su vida, en una reclusión total.


Benedicto XIII y su sucesor Clemente VIII utilizaron Peñíscola como Basílica Pontificia. De esta manera se convirtió en tercera sede papal junto con Roma y Avignon. 

Ventana construida por el Papa Luna orientada a Roma.
El castillo quedó incorporado a la corona por obra de Alfonso V, el protector del Papa Luna, y definitivamente por el rey católico, Fernando.


La fachada principal ofrece la única puerta de acceso al interior del castillo. El potón con su arco de medio punto estaba flanqueado por dos torres cuadradas, una de las cuales fue derribada en el siglo XIX durante la Guerra de la Independencia.


Sobre la misma puerta una serie de sillares esculpidos muestran algunos emblemas heráldicos: la cruz negra de la Orden del Temple, la flor del Cardo, de Fray Berenguer de Cardona, Maestre del Temple y las fajas de Arnaldo de Banyuls, comendador de Peñíscola.


Esta sala rectangular de cubierta abovedada fue el antiguo establo de la fortificación. 


Salón gótico de planta rectangular. 


Los tres cardos, blasón de Fray Berenguer de Cardona, maestre del Temple cuando la Orden tomó posesión del castillo.


Sala de la cisterna. Aquí se encontraba el pozo desde el que se accedía al agua del aljibe. La sala estaba comunicada con el salón gótico y con una torre que ya no existe. 


Salón del cónclave. Un amplio salón, de bóveda de sillería e iluminado por una claraboya. La tradición sitúa aquí el cónclave celebrado a la muerte de Benedicto XIII por los cardenales de su obediencia. 



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