domingo, 26 de enero de 2014

PRESA CERRAJERA, O LA HISTORIA DE ALÍATAR Y ZAÍDA



Cuenta la leyenda que Alíatar desvió el curso del río Órbigo para que pasase bajo la ventana de su bella amada Zaída.

Tras la muerte de Almanzor y el inevitable desmoronamiento del Califato, fueron muchos los mozárabes que emigraron a tierras de León. Dos de ellos fueron Zaída y Alíatar.

Zaída era una delicada belleza que procedía de los Cármenes granadinos, prototipo y arquetipo, de la hermosa mujer andalusí. Tal era su belleza, que el lugar que habitaba, en su honor, llegó a denominarse Villazaida (Villazala). Una mañana, el apuesto Alíatar cabalgaba a través de la Vega del Órbigo y sus ojos se encontraron con Zaída. Su pecho desbocado sabía haber encontrado a la mujer de sus sueños.


Una vez hecha (manifestada) la pertinente declaración de amor, una impasible y altiva Zaída contestó a Alíatar: “Sólo corresponderé a esta locura, cuando las aguas del río Órbigo pasen junto a mi ventana”.

Un voluntarioso (y enamorado) Alíatar regresó a su casa y solicitó consejo a su querido padre. Pronto se pusieron manos a la obra, se consultó a los expertos, acudió al lugar un importante número de trabajadores, y muchos vecinos prestaron, con desinterés, su ayuda y esfuerzo, para construir la que iba a llamarse Presa Cerrajera.

La orgullosa (y en silencio enamorada) Zaída vivió este tiempo entre la ilusión, la obstinación y la desesperanza, hasta que un día asomó la cabeza por la ventana y delante de sus ojos, discurrían mansas, las aguas del Órbigo.

Alíatar y Zaída contrajeron matrimonio, entre el jolgorio y regocijo de todos los habitantes de la zona, pues el amor, y sobre todo, el agua, habían transformado un estéril erial, en unas ricas y productivas tierras. (Siglo XI).

Las primeras noticias fidedignas sobre su construcción son de 1315. Más allá de San Martín del Camino, la Presa Cerrajera, se cruza, con la Ruta Jacobea. 

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