Pierre Abélard, conocido en España como Pedro Abelardo, figura indiscutible del medio cultural parisino, un goliardo que aportó mucho más que cualquiera de los goliardos. Figura intelectual de primer nivel. Bretón de nacimiento, miembro de la pequeña nobleza devaluada con la aparición de la economía monetaria. Abandona el oficio de las armas de sus hermanos, heredado de los mayores, y se decanta por el conocimiento, entregándose con fervor al estudio. En palabras de Paul Vignaux, el caballero de la dialéctica. Génesis de ideas, Abélard suscita acalorados debates y apasionadas discusiones. En París demuestra su necesidad de derribar ídolos, provocando y atacando al más ilustre maestro de la ciudad, Guillermo de Champeaux. Después de duros combares, agotado y enfermo, Abelardo decide retirarse a su Bretaña. El mar le hará bien.
Recuperadas las energías vuelva a París y derrota definitivamente a Guillermo. A Pedro Abelardo le preocupa que la teología esté por encima de todo conocimiento. Decisión; él también será teólogo. Se dirige a Laón a empaparse con la sabiduría del más ilustre de los teólogos de su época; Anselmo.
Abelardo es un tanto iconoclasta, antitradicionalista convencido. Tiene alma de filósofo, y piensa que el método puede servirle también para la teología. En este tiempo Abelardo ya tiene un numeroso público que le obliga a continuar hablando, disertando, comentando, exhortando . . . Se encontraba en la cúspide de su popularidad y reconocimiento y el amor se cruzó en su camino. En 1118 su gloria queda hecha añicos por su aventura con Eloisa. Su desgracia, incluida la castración, queda recogida en sus memorias Historia Calamitatum. Con 39 años le asalta el amor, un amor de verdad, de carne y hueso, nada que ver con los versos de Ovidio, ni con las canciones que él mismo componía. Eloisa, bonita y culta, 17 años, y el amor prendió en si pecho. El tío de la joven es amigo de Abelardo, y se la entrega como discípula. Abelardo y Eloisa se enamoran, y son descubiertos. Eloisa queda embarazada, al hijo lo van a bautizar Astrolabio. Se casan, Fulberto al sentirse engañado asalta la casa de Abelardo y lo castra. Eloisa ingresa en un convento.
Abelardo se enclaustra en Saint Denis. De monasterio a convento los amantes mantendrán su relación contra viento y marea. Sus seguidores acudirán constantemente a pedirle que reanude sus enseñanzas y él les escribe un tratado de teología.
Recuperadas las energías vuelva a París y derrota definitivamente a Guillermo. A Pedro Abelardo le preocupa que la teología esté por encima de todo conocimiento. Decisión; él también será teólogo. Se dirige a Laón a empaparse con la sabiduría del más ilustre de los teólogos de su época; Anselmo.
Abelardo es un tanto iconoclasta, antitradicionalista convencido. Tiene alma de filósofo, y piensa que el método puede servirle también para la teología. En este tiempo Abelardo ya tiene un numeroso público que le obliga a continuar hablando, disertando, comentando, exhortando . . . Se encontraba en la cúspide de su popularidad y reconocimiento y el amor se cruzó en su camino. En 1118 su gloria queda hecha añicos por su aventura con Eloisa. Su desgracia, incluida la castración, queda recogida en sus memorias Historia Calamitatum. Con 39 años le asalta el amor, un amor de verdad, de carne y hueso, nada que ver con los versos de Ovidio, ni con las canciones que él mismo componía. Eloisa, bonita y culta, 17 años, y el amor prendió en si pecho. El tío de la joven es amigo de Abelardo, y se la entrega como discípula. Abelardo y Eloisa se enamoran, y son descubiertos. Eloisa queda embarazada, al hijo lo van a bautizar Astrolabio. Se casan, Fulberto al sentirse engañado asalta la casa de Abelardo y lo castra. Eloisa ingresa en un convento.
Abelardo se enclaustra en Saint Denis. De monasterio a convento los amantes mantendrán su relación contra viento y marea. Sus seguidores acudirán constantemente a pedirle que reanude sus enseñanzas y él les escribe un tratado de teología.

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