Las luces del día se van apagando y una suave brisa mueve, casi acaricia, las hojas de la arboleda. El petirrojo cesó su trinar y la ardilla roja hace rato que cesó su actividad. Los búhos y las lechuzas ofrecen el relevo al águila y al milano. Los jabalíes comienzan su ronda nocturna y los raposos salen de caza. Antes que el día se torne noche definitivamente, los venados más jóvenes, acompañados de las hembras abandonan la espesura forestal. Mientras desde un lugar seguro, oculto por las coníferas de gran altura, el macho astado, el rey coronado del bosque templado, vigila atentamente a su harén y a su prole. Cae la noche y el bosque vibra. Los gnomos despiertan, los elfos idean mil travesuras, mientras trolls y trasgos continúan a la gresca. Las brujas buscan el lugar propicio para el akelarre y los proscritos celebran la vida mientras planifican el próximo asalto. El lobo y el oso se vigilan mutuamente y defienden con garras y dientes sus dominios. Lancelot y Ginebra se encuentran en el bosque al otro lado de las murallas de Camelot. Faunos Ménades dan rienda suelta a su lujuria, disfrutan de sus cuerpos y rinden culto al dios Dionisio. Los mastines cuidan de los rebaños y las lamiaks se bañan en el río bajo la atenta mirada de Selene. El peregrino duerme en una ermita y el fraile llegó antes de que cerraran las puertas del monasterio. El sabio druida recoge el muérdago bajo la luz de la Luna llena y la hechicera aprovecha el mismo momento para recolectar la mandrágora. El dragón, el unicornio y el cuélebre, también habitan estos mundos, y el buen basajaun los cuida a todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario