Los peregrinos que van desde Estella hasta los Arcos pasan obligatoriamente por aquí. El atrio de su iglesia parroquial regala desinteresadamente su sombra y protección al caminante en verano, y lo protege de los vientos y las lluvias en invierno. Un busto de Sancho Garcés I recuerda al artífice del Reino de Pamplona. Sobre el cielo, el castillo de Deyo. A partir de aquí una docena de kilómetros para errar en solitario, sin una mala sombra donde cobijarse. Son las 11.11 y aún nos queda mucho por andar.
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