miércoles, 8 de noviembre de 2023

TALASOCRACIA VENECIANA

 


En la lejana, y prácticamente desconocida Edad del Bronce, el pueblo minoico, cuyo exquisito gusto por el arte aún es visible en las magníficas escenas con delfines, pintadas al fresco en los muros de sus palacios, dominaron el mar Egeo y sus inmediaciones. Más tarde, los osados fenicios no dejaron ningún punto del mediterráneo sin visitar. En el extremo más occidental de su mundo conocido fundaron la que es considerada la ciudad más antigua de todo el Occidente, Gadir. A la talasocracia minoica y fenicia, sucedieron atenienses y romanos que convirtieron el mar Mediterráneo en un enorme, dinámico y lucrativo mercado. En la Edad Media las Repúblicas Marineras Italianas, a las que habría que sumar la República de Ragusa, y las ciudades comerciales de la Corona de Aragón (Barcelona y Valencia), pugnaron por controlar las rutas comerciales y dominar los mecados. Los notables de la Serenissima organizaron toda una serie de instituciones que tenían como única finalidad controlar ese comercio incrementando constantemente el margen de beneficios. El Estado, la política y las leyes al servicio de la economía. Tratados comerciales, guerras de conquista, operaciones financieras, alianzas y pactos provechosos, los habitantes de la Laguna convirtieron el Adriático en un mar veneciano. Si abandonamos la tranquilidad de las islas y avanzamos por la soleada costa croata, podemos empaparnos de la influencia véneta en la región; Zadar, Sibenik, Split o Dubrovnik, tienen una innegable impronta veneciana, sensación que se prolonga hacia el sur, continuando nuestro viaje por Montenegro y Albania; Perast, Kotor, Sködra . . .


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