viernes, 24 de noviembre de 2023

LOS ORIGENES LITERARIOS DEL CICLO ARTÚRICO.

 


El ciclo artúrico lleva siglos inspirando a trovadores, poetas y novelistas. Pero también a cineastas, pintores, artistas varios, compositores, dibujantes y soñadores de toda condición. El ciclo artúrico forma parte de la materia de Bretaña, basada en viejos mitos britones y leyendas de origen celta de tradición oral, siendo además su elemento más conocido y reconocible. Otras historias legendarias incluidas en la materia de Bretaña, aunque no tan conocidas, son Bruto de Troya, el Viejo Rey Coel, Gogmagog o el rey Lear.




Un general romano?, ¿un indígena celta?, ¿un romano celtizado?, ¿un britano romanizado?, ¿ambas cosas?, ¿ninguna?. Prototipo trágico de caballero, de hombre y de rey. Nunca sabremos que se oculta detrás de su maravillosa leyenda, pero no podemos concebir una Edad Media sin Arturo, sin Merlín y sin Excalibur. La mano de un joven Arturo, sacando Excalibur de la piedra es una de las imagenes más icónica del Medievo.




Las primeras menciones al rey Arturo se documentan en la crónica de un monje normando llamado Geoffrey de Monmouth, la Historia de los reyes de Británia. Su obra es pieza fundamental de la literatura europea y constituye (en gran parte) el origen del ciclo artúrico. En Historia regum britanniae relata por vez primeras las desventuras del rey Lear y de sus tres hijas, reinventó la expedición y las correrías del galo Breno por Italia e inserta la historia del rey Cimbelín.




Geoffrey fue un clérigo y literato galés (o britón) de enorme fantasía y exquisita retórica que escribió su obra durante el reinado de Enrique II Plantagenet. La labor de recopilación de los monjes fue fundamental para la conservación de la cultura celta insular.


Sus creaciones literarias encajaron de maravilla en el círculo cortesano de Aquitania, con una historia relatada a la medida de los reyes normandos. Para escribir sus libros aprovechó el profundo conocimiento de los clásicos latinos y de historiadores como Gildas o Beda el Venerable (novelando, reinventando y amplificando lo que ellos habían escrito) a los que había estudiado en las escuelas clericales de Oxford (antecesora de su prestigiosa universidad).




Geoffrey de Monmouth diseña una maravillosa historia de Britania, llenándola de fantasía, prodigios y acontecimientos asombrosos. A partir de la tradición oral (la forma más antigua de preservar el pasado) y otras obras anteriores relata la historia de los britanos desde Bruto de Troya, bisnieto de Eneas y mítico fundador de Britania, hasta la invasión de las tribus germanas procedentes del continente.




Una quinta parte de la Historia Regum Britanniae aproximadamente, está dedicada al rey Arturo y los prodigios que le rodean, sentando de esta manera las bases del mundo artúrico. Geoffrey es considerado el creador de Merlín y otros muchos elementos, personajes, lugares comunes y acontecimientos clave que se irán desarrollando en historias posteriores, como el encuentro de Merlín con Vortigern, los amoríos de Uther e Ygraine, la concepción de Arturo, la maravillosa isla de Avalon . . .



Y por supuesto la primera descripción de Arturo: "Arturo, por su parte, se reviste de una loriga, digna de rey tan grande; se ajusta a la cabeza un yelmo de oro, con la cresta tallada en forma de dragón, y a los hombros su escudo, llamado Pridwen, sobre el que está pintada una imagen de la Santísima Virgen, madre de Dios, para tenerla siempre en la memoria; se ciñe a Caliburn, la espada sin par que fue forjada en la isla [de Avalon] y empuña con la diestra a Ron, su lanza que es larga y ancha, y se encuentra sedienta de sangre".


El escritor Monmouth diseña la imagen literaria del rey Arturo. "A base de la leyenda mitológica de los amores de Júpiter con la esposa de Anfitrión, de los que nació el semidiós Hércules, Godofredo inventa los amoríos de Uther e Ingern, esposa del duque de Cornualles, de los que hace nacer a Arturo, figura que toma de la breve mención de la anterior Historia de los bretones y que convierte en un rey victorioso, mezcla de héroe de cantar de gesta y del Alejandro medieval, y se complace en describir el boato de su corte (inspirándose en la de Enrique I de Inglaterra o en la de Felipe I de Francia), sus guerras contra los romanos y su campaña contra su sobrino, que intentaba desoseerlo de la corona, en la cual el rey Arturo cae mortalmente herido y es transportado a la isla de Avalón para ser curado. He aquí cómo nace a la vida literaria una de las más bellas figuras de la ficción medieval, creada a base de leyendas clásicas y de noticias inventadas por historiadores poco escrupulosos” Riquer-Valverde. Historia de la Literatura Universal.


Más novelista que historiador (en el sentido actual del término) puso de moda en toda Europa (por los siglos de los siglos) las aventuras del rey Arturo y del mago Merlín, personajes que fusionan todo el acervo legendario celto-britónico. Sus inmortales versos llevan ocho centurias nutriendo novelas, obras de teatro, comics, series de televisión y producciones para la gran pantalla.




Robert Wace, clérigo al servicio de Enrique II Plantagenet tradujo la obra de Monmouth al anglonormando, titulandola El Roman de Brut, incluyendo algunas modificaciones. La dedicó a Leonor de Aquitania, mecenas y patrocinadora de las letras.




El Roman de Brut (c. 1155) recibe su título de Bruto y es la última obra en que Arturo es el indiscutible protagonista. En lo esencial sigue el texto de la Historia Regum Britanniae pero excluye las profecías de Merlín, pues al parecer Wace no las entendía muy bien.




La contribución más destacada de Robert Wace al ciclo fue la creación de la famosa Tabla Redonda. "Por los nobles barones que él tenía - pues cada uno se creía superior a otro, cada uno pensaba que era el mejor y en efecto , nadie sabía cuál era el peor -, Arturo estableció la Tabla Redonda, de la cual los bretones cuentan muchas historias. Allí se sentaban los nobles señores en perfecta armonía, todos iguales. Se sentaban en la Tabla en completa igualdad y eran servidos también en completa igualdad. Ninguno de ellos podía presumir de estar mejor ubicado que su compañero: todos ocupaban los puestos de honor, ninguno era ubicado aparte".

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