lunes, 14 de diciembre de 2020

EL NUEVO EJÉRCITO REVOLUCIONARIO.

 


Cada ciudadano francés, cada defensor acérrimo de su revolución, es ahora un combatiente más, un soldado para integrar la tropa, dispuesto a luchar por su país y por su libertad individual, y entregar su sangre por la patria. La puesta en marcha de políticas reformistas y la igualdad legal de todos los miembros del ejército desmontó el viejo sistema. Ahora los soldados se negaban a obedecer a los orgullosos mandos de la nobleza, y estos contestaban abandonando sus puestos.

A partir de 1792, al principio de la guerra con Prusia y Austria, la Revolución se ve obligada a reclutar un nuevo ejército. El primer paso era convocar a todos los voluntarios adictos a la Revolución, y podrían ir ascendiendo en el escalafón por méritos de guerra. Esta medida se mostró insuficiente cuanto en 1793 cuando las principales potencias europeas se alían contra Francia. En esos momentos fue necesario crear un ejército basado en el principio de servicio militar obligatorio. En febrero de 1793 se realizó una primera leva, que consiguió poner en pie de guerra a 300.000 nuevos soldados (hombres solteros entre 18 y 25 años). Se volvía a la idea clásica griega de los ciudadanos defendiendo su patria. Ese mismo año, en el mes de agosto, este sistema permitió a Francia contar con un ejército de un millón de revolucionarios.

Dirigidos por los viejos militares que habian abrazado las ideas liberales, y vigilados de cerca por políticos que se desempeñaban junto a estos militares, el nuevo ejército luchaba de forma diferente a como lo hacían los ejércitos del Antiguo Régimen. Apoyádonse siempre en su superioridad numérica el ejército revolucionario atacaba siempre en masa, intentando rodear al enemigo, mejor armado y entrenado, por una multitud que suplía con agresividad política y entusiasmo patriótico su falta de profesionalidad y experiencia marcial. Esta nueva táctica se basaba, por supuesto, en el total desprecio de los oficiales por la vida de sus soldados. Con este nuevo método de combate la Revolución comenzó a obtener victorias en el exterior, siendo Napoleón Bonaparte quien sacaría máximo provecho del ejército revolucionario. Habían nacido los ejércitos modernos, en los que cualquier ciudadano podía ser reclutado y enviado al frente. Un sistema que vivió sus cotas más dramáticas en las dos guerras mundiales.

En 1793, las casas reales de Europa enviaron a sus ejércitos a estrangular la Revolución francesa en su cuna. Los agitadores de París reaccionaron al proclamar la levée en masse y desencadenar la primera guerra total. El 23 de agosto, la Convención Nacional decretó: “Desde este momento y hasta la hora en que sus enemigos hayan sido expulsados del suelo de la República, todos los franceses están en permanente requisición para el servicio de las armas. Los hombres jóvenes deben luchar, los hombres casados deben forjar armas y transportar provisiones, las mujeres deben facribar tiendas y ropas, y deben servir en los hospitales; los niños deben trabajar el lino, y los ancianos deben ir a las plazas públicas para despertar el valor de los guerreros y predicar el odio a los reyes y la unidad de la República”.

Este decreto vierte una luz interesantes sobre el documento más famoso de la Revolución francesa (la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano), que reconocía que todos los ciudadanos tienen igual valor e iguales derechos políticos. ¿Es una coincidencia que los derechos universales se proclamaran en la misma coyuntura histórica en que se decretó el servicio militar obligatorio?. Aunque los estudiosos pueden objetar sutilezas acerca de las relaciones exactas entre ambos, en los dos siglos que siguieron, un razonamiento común en defensa de la democracia explicó que conceder a las personas derechos políticos era bueno, porque los soldados y los obreros de los países democráticos rendían mejor que los de las dictaduras. Supuestamente, conceder a la gente derechos políticos aumenta su motivación y su capacidad de iniciativa, lo cual es útil tanto en el campo de batalla como en la fábrica.

Yuval Noah Harari.

Homo Deus. Breve historia del mañana.

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