Uno de los hechos más destacados de la Guerra de Sucesión española, y que aún sigue levantando ampollas, fue la toma de Gibraltar. El asalto tuvo lugar el 4 de agosto de 1704 por parte de una flota angloholandesa comandada por el almirante inglés George Rooke. Ambos países pretendían sumar par ala causa del archiduque Carlos, el estratégico enclave.
El gobernador Diego de Salinas contaba con un número muy inferior de tropas, y no pudieron contener los ataques procedentes del mar. Los ingleses tomaron como rehenes a numerosa población civil. Esta situación obligó a iniciar negociaciones de paz, con la consiguiente rendición de tropas, y la entraga de la plaza.
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