sábado, 14 de noviembre de 2020

HICSOS, LOS REYES PASTORES.



Pastores extranjeros, montados en carros de guerra, aprovecharon la debilidad imperial para fundar un reino en el Delta con capital en Avaris. Estos rudos pastores, cuyo origen sigue siendo uno de esos misterios que apasiona a los arqueólogos, historiadores y egiptólogos, mutaron en reyes, y fundaron sus propias dinastías de faraónes (siguiendo el famoso dicho, a donde fuere, haz lo que vieres). La dinastía XV es la época de los grandes hicsos que dominaron desde el Delta a la primera catarata. Al sur de esta catarata estaban situados los Nubios. La dinastía XVI es conocida como época de los pequeños hicsos, que dominan tan sólo el Delta.


La segunda gran época de florecimiento de la cultura egipcia — conocida por el Imperio Medio — decayó, agotada, como la primera, después de haber producido obras gigantescas de todas clases, y finalmente sucumbió ante la embestida de un pueblo extranjero, procedente de Asia, que ha pasado a la historia con el nombre de los Hicsos, "los Reyes Pastores".

Kurt Lange.

Pirámides, esfinges y faraones.


Los hicsos, de origen semita, respetaron la superior cultura egipcia, adoptando a Set como patrón, asimilándolo a Baal, su deidad principal, junto a su compañera Anat. En Ávaris dedicaron un templo a Set, como dios de las tormentas y patrón de la guerra. Algunos de estos faraones hicsos llevan el nombre de un dios egipcio incorporado al suyo propio.


Durante la débil XIII dinastía, bandas de salteadores semitas, entre las cuales se encontraban muchos palestinos, hicieron incursiones cada vez más profundas en el Delta. Con el transcurso del tiempo, constataron que el poder real de los faraones disminuía y que la capacidad de defensa de Egipto menguaba. Estos hicsos se envalentonaron y se implantaron progresivamente en el interior de las Dos Tierras, apoderándose de terrenos enteros que el ejército y la policía egipcios se veían incapaces de recuperar. Cabe suponer que los hicsos no fueron una raza de invasores venida de muy lejos, sino simplemente una especie de confederación de nómadas semitas que se aprovecharon de la decadencia de Egipto para apoderarse de una parte de ese gran país, cuyas riquezas conocían. Los hicsos fundaron su propia capital, Avaris, una plaza fuerte levantada en el Delta. Contrariamente a lo que narra una leyenda muy conocida, no llegaron a conquistar Egipto gracias a la utilización de la caballería, ya que al igual que sus adversarios solamente poseían soldados de infantería. En Avaris adoraban al dios Seth, cuyo nombre escriben con la forma de Sutekh y cuyo carácter se acerca al Baal asiático.


Los hicsos supieron aprovecharse de una situación, pero no fueron destructores. Adoptaron la escritura jeroglífica, las costumbres egipcias, y hasta tomaron nombres egipcios, pero probablemente nunca fueron más allá de la ciudad de Gebelein. Estos «invasores» se egipcianizaron rápidamente y no se comportaron nunca como revolucionarios. Por esta razón la población se habituó a su presencia y a su gobierno, que no debía ser muy diferente del de los insignificantes monarcas de la XII dinastía. Trajeron consigo armas más perfectas, como puñales, espadas de bronce o arcos, tuvieron la idea de hacer que los caballos tiraran de los carros, construyeron fortificaciones modernas alrededor de su ciudad: dieron, por lo tanto, buenas ideas a los militares egipcios, que supieron aprovecharlas para modernizar su ejército.

Christian Jacq

El Egipto de los Grandes Faraones


1 comentario:

  1. La historia de la humanidad es enorme para aprender y sumamente compleja para interpretar.Una maravilla releer los libros de historiadores como la Breve historia del mundo de H.G, Wells, tan documentada como amena para la lectura.

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