El 5 de Octubre del año 1795, los realistas lanzan a las calles de París a una turba enfurecida, bajo el grito de ¡Abajo la Convención!. Por enésima vez la República se encontraba en peligro, y nuevamente serían las armas las que hablaran. Por aquel entonces Napoleón Bonaparte era un oficial de artillería que ya había destacado en el sitio de Toulon, y bajo las órdenes de Barrás, se dispuso a aplastar la insurrección a sangre y fuego.
Llegada la tarde los insurgentes ocupaban las principales arterias parisinas, y la Convención se encontraba prácticamente cercada. Con la ayuda de Murat, Napoleón reunión las piezas de artillería necesarias para desmembrar, literalmente, el movimiento insurreccional. Las ordenadas tropas dirigidas por el corso, junto con las piezas de artillería, derrotaron a una turba, muy superior en número, transformando la lucha callejera en una batalla en toda regla. Sangre derramada en nombre de la libertad.
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