miércoles, 30 de septiembre de 2020

LA GUERRA CONTRA LA PRIMERA COALICIÓN.




Las potencias europeas miraban con recelo todo lo que sucedía en Francia y en Febrero de 1973, Inglaterra, España y los Países Bajos se unieron a las potencias centrales, Austria y Prusia en la Primera Coalición para enfrentarse a la Francia Revolucionaria (Guerra de la Primera Coalición). 

La Convención recurrió a una profunda reforma del ejército, realizada por Lazare Carnot, político y matemático francés. El nuevo ejército revolucionario aumentó extraordinariamente sus capacidad ofensiva gracias a la movilización general mediante el reclutamiento forzoso, el estímulo del sentimiento nacional entre la tropa, la requisa de alimentos para aprovisionarse sobre el terreno y la flexibilidad (y movilidad) de las unidades de combate, abandonando la tradicional formación cerrada. 

El ejército revolucionario francés invadió Bélgica y Países Bajos donde se instauró la República Bátava. Por la paz de Basilea, firmada en 1795, Prusia cedió a Francia la orilla izquierda del Rhin. Ese mismo Tratado de Paz significó que España abandonase también el conflicto. 

En el año 1796, el Directorio encargó la dirección del ejército en Italia a Napoleón Bonaparte, que consiguió una serie de brillantes victorias frente a Austria. Como consecuencia de la marcha triunfal napoléonica por la península italiana se crearon las Repúblicas Cisalpina (Milan), Ligur (Génova), Helvética (Suiza), Romana y Partenopea (Nápoles). A continuación, Napoleón emprendió la campaña de Egipto (1798 – 1799) frente a Inglaterra (Guerra de la Segunda Coalición).

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