En enero de 1793 la Convención
Nacional condenaba a muerte y ejecutaba a Luis XVI, culpable de
conspirar contra la libertad pública y de atentado contra la
seguridad nacional. 387 diputados votaron a favor de la pena capital.
334 votaron en contra. El 21 de enero se ejecutó la sentencia.
Discurso de Robespierre.
No hay aquí ningún proceso.
Luis no es un acusado. Vosotros no sois jueces. No podéis ser más
que hombres de Estado y representantes de la nación. No tenéis que
ofrecer una sentencia a favor o en contra de un hombre, sino que
debéis tomar una medida de salud pública, un acto de providencia
nacional.
Luis fue un rey y la república
ha sido constituida. Luis ha sido destronado por sus crímenes.
Denunció al pueblo francés por rebelde y apeló para castigarlo a
los tiranos de sus hermanos. La victoria y el pueblo han decidido que
sólo él sea acusado de rebelde. No puede, por tanto, ser juzgado:
está condenado o la república no será absuelta.
Si Luis puede todavía
someterse a un proceso, puede resultar inocente. Es más, lo sería
hasta ser juzgado. Pero si resultara absuelto, si puede ser
presuntamente inocente, ¿qué sería de la revolución?.
3 de diciembre de 1792.
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