La evolución no tiene forma
lineal, sino más bien reticular, donde cada uno de los nudos que
tejen la red, puede relacionarse con varios nudos al mismo tiempo. En
ese sentido, el estudio de la evolución de los primates, ser humano
incluido, resulta fascinante. A veces jugamos a seleccionar cual de
los primates extintos comparte más semejanzas con nosotros. A lo
largo de la historia de la vida han ido apareciendo individuos bajo
diferentes formas, y de esta manera encontramos al Gigantopithecus
blacki, que vivió durante el Mioceno en Asia. Como su propio nombre
indica presentaba unas enormes proporciones y algunos investigadores
consideran que podría acercarse a los tres metros. El orangután es
su pariente vivo más cercano, aunque ambas especies presentan
notables diferencias. Los restos de Gigantopithecuus fueron hallados
por mera casualidad en una farmacia tradicional china, ubicada en
Hong Kong, donde eran vendidos como huesos de dragón, muy apreciados
por sus propiedades afrodisíacas.
El rastro fósil de los
hominoideos euroasiáticos se pierde hace unos 7 m.a., hasta la
aparición de formas ya muy próximas a las especies actuales del
orangután y los gibones, con la notable excepción del
Gigantopithecus. Una especie de este género (Gigantopithecus blacki)
sobrevivió en China y Vietnam hasta hace sólo unos pocos cientos de
miles de años, y desde luego convivió con seres humanos.
La Especie Elegiga.
Arsuaga y Martínez.
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