El equipo sensorial de los
primates superiores está mucho más dominado por el sentido de la
vista que por el del olfato. En el mundo arbóreo, el hecho de ver
bien es mucho más importante que el de oler bien, y la nariz se ha
hundido considerablemente, para dar a los ojos un mejor campo visual.
Cuando se trata de buscar comida, los colores de los frutos
constituyen indicios importantes, y por esto los primates, a
diferencia de los carnívoros, han desarrollado una buena visión de
los colores. Sus ojos son también mejores para captar detalles
estáticos. Su comida es estática, y la percepción de pequeños
movimientos es para ellos menos vital que reconocer sutiles
diferencias de forma y de composición. El oído es importante, pero
menos que para los que cazan rastreando, sus orejas son más pequeñas
y carecen de la movilidad de las de los carnívoros. El sentido del
gusto es más refinado. Su dieta es más variada y más sabrosa:
tienen mucho que paladear. Muestran particularmente gran afición a
las cosas dulces.
El Mono Desnudo.
Desmond Morris.
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